Tiempo de silencio, Montaña-Palentina, Fernando Martín Aduriz

Publicado el 19 mayo 2024 por Monpalentina @FFroi

Su autor, sabe de qué habla, y su empuje a difundir los valores de nuestro entorno es loable en sus publicaciones. Pero con este libro Froilán de Lózar ha logrado sintetizar su saber acrisolado de muchos años en unas páginas memorables.

FERNANDO MARTÍN ADURIZ

psicólogo


Siento un placer especial en venir a esta casa en la que he hablado en otras ocasiones, en el Pregón de San Antolín de 2016, en el que lancé por primera vez la idea de refundar el Ateneo de Palencia, en los seminarios breves de psicoanálisis que comenzáramos en ese otoño de 2016, o Presentando mi libro de Vecinos Ilustrados con Ramón Calderón Nájera, o uno de Javier Cantera junto a Heliodoro Gallego.

Amo de esta casa su Biblioteca, fundada por Ricardo Becerro de Bengoa, fundador del Ateneo, del Observatorio Meteorológico y de la Escuela de Artes y Oficios.


1.- El título. Habla del silencio.

Conocen que hay dos tipos de silencio. El taceo, el que tácitamente dice algo, el que incorpora el significante, el denominado silencio elocuente. Y el sileo, lo radicalmente silencio mortal, el que habla de la pulsión de muerte. La interpretación de ambos silencios depende mucho del observador. Y así, en el ejemplo de la Montaña Palentina según con quienes hables, ven un silencio que les da miedo o ven un silencio que les dice mucho. Y digo que dicen con toda la intención de mi profesión de psicoanalista, es decir, que ha aprendido desde la cuna a no hablar por hablar y a decir muchas cosas mediante el silencio. Los efectos son extraordinarios, y máxime en la época en que observamos la corriente del bla, bla, bla que esconde lo esencial de lo que no se debe ocultar.

Tengo que decir que este libro habla de un silencio del tipo "Taceo".


2.- No hay mejor efecto de este libro para un lector que evocar su relación con la Montaña Palentina.

Es imposible no evocar recuerdos si se vive en la provincia de Palencia y desde la infancia se ha vivido en esta tierra. No dudo en decirles que considero a la Montaña Palentina como lo mejor de nuestra tierra. Cuando fui responsable de la puesta en marcha en 1980 del primer campamento al aire libre en Arbejal, lugar tradicional de formación de jóvenes en los años 50 y 60, comprendí la función del relevo generacional. Me tocó con 22 años iniciar un proyecto de aprovechar un espacio de otra época y abrir el surco para los siguientes veinte años. La Montaña hablaba por las noches, rugía, exigía mucha humildad. Lo mismo percibí en la Espina en el paraje que separa Castrejón de Rebanal con niños que vivaqueaban, que dormían sin tiendas, y que habitaban un lugar mágico. Con el paso del tiempo algunos me han contado que esa experiencia fue vital en sus vidas, y que periódicamente vuelven a dormir en la Montaña Palentina.

3.- Lo que me contaba Piedad Isla

Una noche en el Valle de Pineda antes de subir muy temprano al Curavacas en 1983, la lluvia y el viento que soplaba eran tan espectaculares que creo que solo el cansancio infinito de la jornada pudo hacernos soñar bajo el cielo encapotado. Ese espectáculo es de recuerdo indeleble.

Una conversación con Piedad Isla en Rebanal de las Llantas en 1982 me centra en lo que quiero expresar al hablar de la Montaña palentina y son sus gentes. Ella me explicaba que había rodado con su super8, la salida de Rebanal de las Llantas del último habitante, a finales de los años sesenta. Y comprobamos ambos que en los ochenta había vuelto a vivirse en ese mismo pueblo. Luego en su Museo de Cervera me mostró esa película. Era triste, pero como tantos rincones de nuestra Montaña, una tristeza habitable. La buena 'tristitia', la que se acerca a la definición de belleza, lo que no es estático, lo que va rotando. El ciclo del día, el del año, el de la vida de las gentes que se van y que vienen.

Como amigo de Peridis, y admirador de su obra, incluso como Patrono de la Fundación que él crea, la Sta Maria la Real en nombre de la Fundación FUNDOS, creo que cuando se conocen de cerca los esfuerzos de tantas gentes por cuidar el paisaje y el paisanaje, como suelen repetir, no queda sino asombrarse. Una familia de Salcedillo con quienes entable una amistad desde la adolescencia me recuerda la dureza de la vida en la Montaña, en especial en los inviernos. Las sufridas gentes sin una lección permanente, aprendí mucho de su aislamiento. Y otra noche del verano de 1979, cuando dirigí mi primer campamento de jóvenes, estando a la intemperie en las agujas de Cardaño, bajo la noche estrellada (tras venir esos días de la Laguna Negra soriana y escuchar en un fuego de campamento la expresión de Unamuno, "estrella refulgente y sonora") y de pronto en el amanecer contemplar la luz reflejada en las montañas de enfrente, el Pico Tres Mares, de una belleza tal que aún perdura en mis mejores sueños.

Una Red de Turismo Rural recién creada en los noventa, contaba con turismo de masas, pero era imposible, los tour operator alemanes habían hablado de necesitar un mínimo de 5000 plazas para empezar a traer turistas. La Red les dijo que la capacidad hotelera no superaba los 900. No recuerdo las cifras exactas. La Montaña Palentina permanece aún sin explotar, y por razones extrañas, nacen más osos que niños, como gusta de decir Peridis. Pero es un debate. ¿Hemos de impedir el cambio de gestión para usar la belleza y el silencio y poblar de vida, de vida económica, de habitantes, nuestra Montaña? O preferimos mantener la Montaña en su estado actual y esperar a la lenta despoblación. Quizá no dependa de estas generaciones actuales. Quizá a nosotros nos ha correspondido amar la Montaña, subir y subir, pernoctar, comprarnos casas en algún momento, pero la gran inversión de otras zonas de Montaña de otros lugares de la geografía, aún tenga que esperar. Por lo que a mí respecta, creo que en el futuro mi repetida propuesta de recorrer más el GR1, ese gran recorrido europeo, que en España atraviesa el Norte desde Cataluña a Finisterre, pasa unos 80 kilómetros por nuestra provincia, es una apuesta de gran valor. El deseo de caminar es natural en nuestra época para muchas gentes sedentarias. El deseo de andar por la Naturaleza es otro. Este GR1 que empieza en el Puente Arrojadillo, romano o medieval, da igual, y finaliza cerca del Espigüete, muy bien señalizado, muy atractivo en todos los sentidos, es una muy buena iniciativa que tenemos que animar a difundir entre amantes de la Montaña palentina. Estos cuatro puntos hablan de lo que me ha suscitado este libro.

Como conjunto ordenado de lugares, momentos y paisajes, es seguro que logrará en cada lector que este libro llegue a su corazón de amante de la Montaña palentina.

Palencia, 10 de mayo de 2024.

DIARIO PALENTINO-2018-2019
JOSÉ LUIS ESTALAYO
FROILÁN DE LÓZAR