La trama es tan compleja que vemos por primera vez nervioso al comisario Jean Baptiste, hasta donde se lo permite su flema soñadora. Por primera vez también disensión grave con Danglard, su segundo, tan erudito como de costumbre pero afortunadamente más lejos del vino blanco que otras veces. Y la acusada personalidad de varios de sus ayudantes, que merecerían ellos solos protagonizar su propia serie de novelas policiacas.
No veo nada que se parezca, ni de lejos, a estas poliédricas novelas de la escritora francesa. Compleja, emocionante, humana, estremecedora, divertida y divulgadora, todo al mismo tiempo; ella misma es un género, el mítico-criminal (con más de lo segundo).
Octava novela de la serie de Adamsberg y primera en nueva editorial francesa. Lo he dicho otras veces: el que se anime con la autora, que empiece con la primera del ciclo. Si no, se pierden muchas cosas que tienen que ver con el pasado de los personajes y las relaciones entre ellos.