En La cojura de los poetas, la novela de Felipe Alcaraz sobre el poeta granadino Javier Egea, uno de los personajes dice la siguiente frase en relación al abandono de las "banderas rojas" por parte de los intelectuales de izquierdas de la Transición para ser aceptados por el gran mercado social:
"Es el momento de la síntesis de los arrepentidos, ¿no te das cuenta? Es el momento de la literatura de los arrepentidos. Son los nuevos rojos. Los rojos civilizados que crecen como setas en el panorama de la concordia. Los rojos que necesita el sistema, los rojos que el sistema fabrica con sus propagandas de resignación, de realismo, de reconociliación de clase; con sus contratos firmados de triunfo y reconocimiento por parte de lo público y lo publicado".
Es fácil reconocer aquí a los ideólogos de la izquierda tradicional, a los izquierdistas que nos gobiernan hoy. Gentes conformes con el papel que juegan dentro del sistema ultracapitalista que creen dominar desde los resortes del poder, sin darse cuenta (o quizá sí) de que en realidad solo cumplen una función: dar legitimidad democrática al sistema. Así el Mercado puede decir "veis qué demócrata soy: permito que dentro de mí operen hasta socialista y comunistas. No hay sistema mejor que el mío que todo lo admite".Aquel que lo cuestiona es un terrorista o un inadaptado. Un antisistema que no sabe lo que quiere o que lo único que pretende es desestabilizar a la gente amable, a los ciudadanos conformes que pagan sus impuestos y trabajan de sol a sol cada vez más horas por menos salario, a esas instituciones democráticas que son la envidia del Tercer Mundo.
La revolución que tenemos pendiente contra el neocapitalismo no la haremos en Europa; como ya sucedió con el marxismo, no será en los países industrializados donde triunfe, sino en las sociedades del Tercer Mundo, atrasadas y explotadas por nosotros y por sus propios dictadores. Ya han comenzado sus revoluciones y solo falta esperar que hayan aprendido de Irán y no las llenen de clérigos.