Ya veremos en qué acaba todo, aunque es de temer que, como ya auspiciaba el borracho, “al final nos subirán el vino”.
Y por si por los andurriales externos a nuestro país no hubiera bastante inestabilidad y confusión, en esta España nuestra (bueno, que “era” nuestra, porque ahora parece pertenecer de ese Sánchez desvergonzado que goza de “nuestro” Falcon y se aprovecha las argucias de los Decretos-Ley para engordar su propaganda electoral con promesas
Estamos asistiendo, pues, al “tinglado de la antigua farsa”, y acabaremos como los personajes de “los intereses creados” del genial don Jacinto Benavente.
Y quien esto escribe va camino de incrementar su fe en los “milagros de Lourdes”, como aquél del chiste, implorando: “¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy!”.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA