Si los fumadores españoles se sienten perseguidos y no paran de insultar a nuestro gobierno estatal por poner en marcha la ley de prohibir en espacios públicos cerrados el fumar, si van a Estados Unidos y concretamente a Nueva York probablemente no volverán, puesto que acaba de ser aprobada la ley que prohíbe fumar en sus parques y playas. Y si ya en la Gran Manzana no se puede fumar en casi ningún sitio, el que no se pueda ahora en los más de 1700 parques públicos de la ciudad ni en sus 22 kilómetros de playa, implica que llevar un cigarrillo en la mano se va a convertir en un extraño hábito.
En multitud de ocasiones me he postulado a favor de eliminar el tabaco por completo de la sociedad, ya no porque desee que aquellos que fuman no puedan sentir la satisfacción que les provoca, sino más bien por los que no fumamos. Pero en esta ocasión, el motivo es diferente. Al parecer una de las razones por las que el alcalde de New York, Michael Bloomberg ha decidido adoptar esta medida, además de para tener aire limpio, es para disfrutar de sus playas y parques sin que éstas estén llenas de colillas.
¿No sería más fácil, dadas las dimensiones de los parques, tal es el caso de Central Park, que dejaran fumar a los transeúntes puesto que allí no molestan? Cada uno es libre de hacer con su vida lo que quiera y ahí es donde, lógicamente, cada uno decide qué hacer. Pero si el problema es la suciedad que generan las colillas, mejor sería apostar en los árboles a francotiradores dispuestos a disparar con bolas de goma en el trasero a aquellos desaprensivos que no las depositaran en los correspondientes ceniceros.
Tras esta medida los fumadores residentes en la ciudad sí que se han sentido perseguidos puesto que, desde 2003, que fue cuando entró en vigor la ley que prohibía fumar en restaurantes y bares (fíjense lo atrasados que estamos) sólo han visto que las medidas han ido apareciendo una detrás de otra y ninguna les ha resultado favorable. Pero sí atendemos a los resultados generados gracias a estas restricciones, en nueve años, 350 mil ciudadanos dejaron de fumar.
Así que a aquellos que se quejan de que en España nos les dejan fumar tranquilos, que sepan que aún les quedan unos años para que importen desde EEUU esta nueva ley. Pero si en realidad lo que desean es dejarlo definitivamente, que dejen de lamentarse, ¿o no se dan cuenta que al final estas medidas son en su beneficio? Pero no dejen de fumar como lo hizo el escritor Mark Twain quien aseguró que “Dejar de fumar es fácil. Yo ya lo dejé unas cien veces”.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…