Y es que en el video vemos que el autor menciona que "un nuevo estudio del 2015" demostró que la vela no llegaba hasta la punta de las espinas. Pero eso simplemente no es cierto. Para empezar, el estudio no es de hace unos meses, es de hace varios años, específicamente, del 2012.
En dicho estudio los autores concluyen muchas cosas interesantes, pero antes de escupirlas hay que entender que el estudio se condujo con siete espinas de la especie Dimetrodon giganhomogenes. Y una especie no es lo mismo que las al menos 12 especies de Dimetrodon descritas a la fecha y mucho menos la cantidad de espinas conocidas para todo el género.
Con esto en mente, prosigamos. Si prestamos atención al título ("Fracturas sanadas en las espinas neurales de un esqueleto asociado de Dimetrodon: Implicaciones para la morfología y función de la vela dorsal"), el trabajo es sobre un espécimen patológico (o sea uno enfermo y no uno "normal"), específicamente el FMNH UC 1134. A este espécimen se le examinó a detalle y se le hicieron cortes para apreciar los tejidos óseos de las espinas de la "vela". En el estudio, los autores sugieren que en donde se presentan anormalidades es posible que la continuidad de la vela se haya visto interrumpida a tan solo 4 a 8 cm del lomo. Pero de nuevo, es en un espécimen patológico, uno enfermo y el objetivo principal del trabajo es precisamente ese, describir un espécimen patológico.
La mayoría no leyó ese "detallito" en el artículo ya sea porque no lo pudieron conseguir o porque se les pasó completamente (u otra razón desconocida). Y podrán clamar que el resumen del artículo dice "Furthermore, the distal morphology of spines in more complete specimens, including the type fmnh UC 112 and omnh 01727, suggests that the dorsal margin of the sail was located well proximal to the tips of the elongate neural spines." (Además, la morfología distal de las espinas en especímenes más completos, incluyendo al espécimen tipo FMNH UC 112 y el OMNH 01727, sugieren que el margen dorsal de la vela estaba localizado de forma proximal a las puntas de las espinas neurales alargadas). Como pueden leer, la vela de otros D. giganhomogenes sería incompleta y mostraría una vela irrumpida por puntas "libres". Muchos sacaron de contexto esa frase del resumen y confundieron términos, pensando que se refería a la parte proximal (más cercana al cuerpo) de la espina, pero los autores se refieren a la zona adyacente a las puntas. Y ahora muchos andan dibujando dimetrodontes enfermos, con velas rotas como si éstos representaran a todos los dimetrodontes que vivieron.
Y nosotros los simples mortales que no podemos ir y cortar espinas de Dimetrodon a diestra y siniestra para poder saber hasta dónde se extendía la vela ¿cómo le hacemos? Más o menos simple: las espinas que tienen patologías presentan "bultos" y formas retorcidas, pero las espinas sanas no. De esta forma podemos guiarnos de forma empírica para saber con cierta precisión hasta dónde poner la vela.
Entonces, si sólo entraste a ver el asunto de si tenían la vela completa o no, la respuesta es: casi completa, pero habían individuos con patologías que impedían que la vela estuviera completa. Ahora, si te quieres quedar, aún hay cosas nuevas. Los autores del estudio de 2012 sugieren una serie de conclusiones interesantes (de hecho la parte más interesante de su trabajo apenas viene).
1) Los autores indican que no encontraron evidencia alguna de vasos sanguíneos en la superficie externa de las espinas, lo que indica que la función termorreguladora (usar la vela como calefactor) está fuera de las posibilidades. Esta misma hipótesis fue propuesta en 2014 (clic aquí para ver e ir a "Ojos para la noche") cuando se estudiaron los ojos de muchos animales, entre ellos los de Dimetrodon y se concluyó que posiblemente eran animales nocturnos, por lo que la vela sería completamente inútil para calentarse.
2) Siguiendo con la vela, los autores del estudio no encontraron evidencia de fibras de Sharpey en las espinas. ¿Y eso qué? Bueno, que eso indica algo sobre la naturaleza de la vela. Ésta no tendría tendones ni músculos, sino que estaría cubierta por tejido más simple. Esto puesto que las fibras de Sharpey delatan la presencia de músculo y tendones unidos al hueso.
3) ¿Pero qué tipo de tejido simple? Aquí es donde se pone más interesante. Los autores sugieren que podría haber estado cubierta por una red gruesa de colágeno, tal y como se observa en la aleta dorsal de algunos peces como el atún. Esto traería ventajas como el impedir que el cuerpo ondulara de arriba a abajo y en su lugar, sólo ondulara de lado a lado, mejorando con ello la locomoción del animal.
4) Finalmente algo de relevancia taxonómica muy interesante. Resulta que en el pasado se sugirió que las especies de Dimetrodon se podían identificar por la sección transversal de sus espinas dorsales. Esto es, especies diferentes tenían espinas con formas diferentes. Pero resulta que los autores del estudio de 2012 encontraron que eso era falso. De tal manera que no, los dimetrodontes no se distinguen por la forma de sus espinas dorsales.
Bueno, volviendo al tema de la "nueva imagen" vemos que no hay tal cosa en cuanto a la extensión de la vela, pero si en cuanto a su función y otras propiedades (di NO al dimetrodonte deforma de espinas desnudas). De tal forma que hay que tener en cuenta que no son los ilustradores con sus obras los que generan el conocimiento paleontológico, ellos lo transmiten y hay ocasiones como esta, en la que han errado al interpretar el conocimiento científico. Esto nos llama a tener cuidado con lo que circula en las redes y ser más críticos con la información. Con todo y ello, lo que hemos aprendido gracias al artículo de Rega y colaboradores es invaluable para nuestro entendimiento de los dimetrodontes, sus patologías y la función de sus extravagantes velas.
LITERATURA CONSULTADA:
Rega, E. A., Noriega, K., Sumida, S. S., Huttenlocker, A., Lee, A., & Kennedy, B. (2012). Healed fractures in the neural spines of an associated skeleton of Dimetrodon: implications for dorsal sail morphology and function. Fieldiana Life and Earth Sciences, 104-111.
Ibrahim, N., Sereno, P. C., Dal Sasso, C., Maganuco, S., Fabbri, M., Martill, D. M., ... & Iurino, D. A. (2014). Semiaquatic adaptations in a giant predatory dinosaur. Science, 345(6204), 1613-1616.
Angielczyk, K. D., & Schmitz, L. (2014). Nocturnality in synapsids predates the origin of mammals by over 100 million years. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 281(1793), 20141642.