Tiene que aguantar como los hombres le roban la dignidad con la mirada y la violan entre risas y aplausos

Por Iñaki Iñaki Alegria @InyakiAlegria

Tiene que aguantar como los hombres le roban la dignidad con la mirada y la violan entre risas y aplausos.

Se sube la falda mientras su dignidad cae a la altura del suelo.

Alamitu se encuentra encarcelada por una tela ceñida que marca cada milímetro del contorno de su silueta.

Tras su paso, las miradas se vuelven, atravesando el algodón con perversión. Las risas y comentarios llegan a oídos de la joven Alamitu que se siente inferior y gobernada por las miradas indeseadas a quien no ha abierto ni el pensamiento.

Camina cabizbaja, con la mirada apagada, cómo si bajo sus pies sus tacones se hubiesen convertidos en clavos que le perforan el talón a cada paso, mide cada movimiento con temor.

No quiere ser víctima de miradas.

Querría vestir una cómoda camisa y pantalones y cargar a su espalda una mochila llena de libros.

Sin embargo, Alamitu, es víctima de la sociedad, esclavizada por los hombres.

Una lágrima corre por su rostro mientras se para en la esquina.

Hoy todavía no ha empezado a trabajar y ya ha sido violada con la mirada, gratuitamente.

Cuando ella tan sólo quiere poder conseguir algo de comida para alimentar a sus hijos.

Tiene que aguantar como los hombres le roban con la mirada, la violan.

Nadie debería ser tan pobre que se viese obligada a vender su cuerpo. Ni nadie debería ser capaz de comprar el cuerpo de ninguna mujer.