Hace un año y medio aproximadamente escribí un artículo sobre el error de un periodista en un medio nacional. Fue un análisis desapasionado, remitido únicamente a los hechos.
No me arrepiento de ese texto porque siempre fue ceñido a la verdad. Sin embargo, y después de pensarlo toda la noche, creo que ese artículo ya cumplió su función social que no era más que la de establecer una conversación ética, una pausa que pocas veces tomamos en los medios para reflexionar sobre nuestro oficio. Por ello he tomado la decisión de eliminarlo de mi blog en una decisión que puede llegar a ser polémica para algunos de mis lectores y colegas.
Pero creo que hay errores de errores y creo que hay otros mayores que sí afectan el destino de un pueblo o que le cambian la vida a una víctima. No haría esto mismo con un delincuente y no lo he hecho antes con marcas que me lo han pedido porque sé que hacían mal y no me dejé intimidar. Ayer me tomé un café con el periodista del que hablé y sentí en él un arrepentimiento por su error, un reconocimiento a lo que había hecho y advertí, luego de oír su versión, que también pudieron ser más justos con él en el medio para el que trabajaba. Reconocer un error es sumamente duro, pero nos forja. Eso lo aprendí con una experiencia en 2012 cuando hice una reflexión sobre mi propio proceder.
Es posible que mi artículo lo estuviese afectando en las búsquedas de Google ante posteriores potenciales empleadores y la verdad creo, con convicción y con conocimiento de causa, que es inhumano no merecer una última oportunidad en cualquier aspecto de la vida. Cuando una persona lleva una trayectoria casi todo el tiempo marcada por el trabajo serio y riguroso, pero cae en un error, ese yerro no debería ser el sino que marque el resto de sus días.
Por eso a este colega ayer, le propuse que trabajara en su propia marca personal, en su propia relevancia digital en paralelo a que le prometí que lo pensaría. Anoche, lo pensé y esta es mi respuesta: No soy quien para marcar el destino de alguien y tienes derecho al olvido.