“Pues sepa vuesa merced ante todas las cosas, que a mi llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y Antona Pérez…”La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Anónimo, SXVI.
Al final va a ser verdad aquella etiqueta un tanto injusta que nos han colgado a martillazos a todo el que se le ha ocurrido ir a nacer por estas latitudes. Por aquí somos un poco dados a la picaresca a la mínima que salta la
Ha empezado ya el rosario, que se prevé interminable, de personajes listillos que se cuelan en las listas de la vacuna como aquellas octogenarias que muestran su arte de décadas cada vez que aparecen delante de tuyo en la cola del mostrador de la carniceria . “Estaba yo antes” te sueltan con toda la jeta, mirándote a los ojos, sin inmutarse, sabiendo que vas a consentir si no quieres oir el abucheo del resto de los asistentes.¡Zas! se cuelan y siempre se llevan esos últimos cuartos de pollo que querías tú para hacer la comida del sábado. No falla!
Siempre nos ocurre lo mismo, sólo que nos tenían acostumbrados a que metiesen la mano en la caja y ahora que hemos descubierto que también son capaces de meter el brazo en la vacuna nos han sorprendido un poco. Son alcaldes, altos funcionarios, consejeros, directores de hospitales, gente de todo tipo, hasta un JEMAD y un
Al final puede que no reparen en el hecho pero el asunto se complica, andamos hasta las narices de ver lo que nos está ocurriendo. Nos están robando (eso ya lo sabíamos) pero puede que no el hecho de que nos están robando las vacunas (que viene a ser como que te roben la salud de tu abuelo ) en nuestra propia cara. Nos enteramos, dimiten y aquí no ha pasado nada. Es una piedra más en la mochila y llevamos tantas que no vamos a tardar en explotar. Cada día vemos señales más claras de gente que está hasta las narices, eso no es gratis (nos pasará factura en depresiones y suicidios, no lo olvidemos, puede que sea la próxima pandemia). Cada vez más gente se entrega al sincerebismo por puro hartazgo y desesperación, terreno abonado para la extrema derecha que va buscando adeptos, en silencio y a hurtadillas, entre los que no encuentran salida y están cansados de luchar. Pero convendría no olvidar una cosa, si somos el país de los pícaros también somos el de “El barbero de Sevilla”.