Tierra y libertad

Por José Angel Barrueco
Bajo al videoclub y pillo por cuarta o quinta vez
la peli de Ken Loach. Acción y pensamiento:
Byron en Misolonghi, el Che por los barrancos de Bolivia,
Rimbaud en Abisinia...
¿Y si fuera verdad que viajamos
(nos exiliamos) para pensar mejor,
huyendo de la patria y de la infancia?
Pero vivimos un presidio estelar,
responde el poli de mi cabeza.
Es esta vida una continua despedida,
un acto de fe sobre todas las cosas.
“O bien observas y te desesperas:
o bien te desesperas y observas”
escribió J. Fowles.
Laberíntica guerra, odisea sonámbula,
da igual el enemigo
porque siempre está dentro.
La victoria –como dice Saint-Exupéryes
para el que se pudra el último.
Orwell, Malraux, Hemingway, Péret,
John Lurie, Stephen Spender, Robert Capa,
Dos Passos, Joris Iven, Corniglion-Molinier…
España, 1936.
¿Y si fuera verdad que amamos,
nos abrazamos con violencia a una palabra
y a esas trampas de la felicidad
para olvidar por unas horas
esa atracción mayor, ese estertor,
de aniquilarnos?
Antes de firmar la rendición frente al crepúsculo
huimos hacia delante como sombras de pájaros.
Unos acaban en un manicomio como Jane Bowles,
otros una mañana mirando un lago helado
se levantan la tapa de los sesos...
Y otros en el tercer milenio,
buscándole argumentos a la vida,
y a falta de trincheras y tesoros,
cada día –como los milicianos–
nos vamos a la muerte con ropa de trabajo.

Ángel Petisme, El cielo de Bagdad