CUANTO MÁS ALTO SEA EL EDIFICIO MÁS BAJA LA MORAL de N. Coward
La participación de políticos en empresas privadas viene siendo habitual y se puede entender por su pasado laboral; pero la contratación por parte de Gas Natural y Endesa de los ex presidentes González y Aznar debiera ser contemplada como harina de otro costal, ya que no llegan a los puestos de Consejeros precisamente por sus conocimientos sobre la energía. La cuestión, a mi entender, traspasa la fina raya de la ética y la moral si, como es previsible, se les paga jugosos emolumentos por los contactos e influencias que tienen en sus agendas.
No parece muy aceptable que estos prohombres que cobran de la administración, gozan de secretaria y coche oficial en razón de su condición de expresidentes, puedan ser contratados por empresas privadas con intereses aviesos en quebrar voluntades. La diferencia entre lo bueno y lo perverso puede ser sutil en función de la moral con que se enjuicie y, precisamente por ello, sus señorías -por lo demás poco necesitados de emolumentos extras- debieran cuidar más las razones de sus actos con el fin de evitar los sesgos de deshonestidad.
Meterse en terrenos de aguas pantanosas poco de bueno puede traer a quienes en su día los votantes eligieron para conducir decentemente el gobierno de todos. Aprovecharse de ello para beneficiar a intereses privados por medio de influencias nos retrotrae a las corruptelas políticas que arden por los cuatro costados de este reino. Se supone que también se les contrata por el rigor de sus actos y la validez de sus consejos, pero todo ello entra en contradicción con su condición de Consejeros de Estado. Dadas las circustancias cabe preguntarse si no existen contraposiciones de intereses; a no ser que tanto el señor Gonzalez como el señor Aznar tengan el don de la ubicuidad, que lo tienen.
Para muchos puede resultar obsceno el descaro con que Gas Natural y Endesa desprecian a otros candidatos magníficamante preparados y conocedores de sus respectivos sectores de actividad para comprar las agendas de expresidentes. Vivimos tiempos de dejadez moral y olvidamos con facilidad que quienes ostentan o ejercieron el poder deben esforzarse en ser ejemplos de limpieza, claridad y honestidad. El ser equívocos, vanales o ligeros de ideas dice poco de unas personas que por el cargo que ocuparon y los emolumentos que cobran por ello debieran ser referentes de honestidad.