Tikal, unas ruinas mayas de película

Por Viajeros

Aunque las ruinas mayas más conocidas de Mesoamérica se encuentran en México, esta cultura se extendió también por los territorios de los actuales países de Guatemala, Belic, Honduras y El Salvador. Hoy nos fijamos en las ruinas de Tikal, en Guatemala, que son especialmente famosas por su aparición en la película original de La Guerra de las Galaxias (representando la base rebelde de la luna Yavin 4).

Tikal es una de las ciudades mayas más grandes y mejor conservadas que conocemos. Fue un centro urbano poderoso y muy longevo: algunos de sus monumentos datan del siglo IV aC, aunque alcanzó su apogeo entre los siglos III y VIII dC, llegando a rivalizar con otras poderosas ciudades como Copán. A finales del siglo IX cayó rápidamente en poder y población, seguramente a causa del cambio climático que golpeó también a muchas otras ciudades de Mesoamérica. Cuando los conquistadores españoles llegaron en el siglo XVI, hacía ya tiempo que Tikal había sido abandonada y engullida por la selva.

A pesar de su triste final, los monumentos de Tikal siguen siendo majestuosos, más aún cuando han sido parcialmente restaurados por el gobierno de Guatemala y la Universidad de Pennsylvania. Se trataba de una ciudad enorme para su época: la zona residencial abarca unos 12 kilómetros cuadrados (una octava parte de la Barcelona actual), con numerosos templos, palacios, pirámides, otros edificios civiles y ceremoniales, espacios públicos (incluyendo siete pistas de juego de pelota)… Una gran parte de la ciudad no ha sido aún limpiada ni excavada, pero la visita ya puede ocupar mucho rato.

Las ruinas de Tikal fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1979, siendo la primera área arqueológica en obtener esta distinción; y forman parte del Parque Nacional Tikal, que abarca un área natural de más de 57.000 hectáreas, muy rica en biodiversidad. Actualmente, los descendientes de los mayas siguen realizando ceremonias en este lugar en fechas señaladas como los solsticios. Puede que, al fin y al cabo, el legado de Tikal no se haya perdido del todo.