Timeo de Platón

Publicado el 03 octubre 2018 por Academiacruellas

“Al ser esto así, hay que admitir que existe una primera realidad: lo que tiene una forma inmutable, lo que de ninguna manera nace ni perece, lo que jamás admite en sí ningún elemento venido de otra parte, lo que jamás se transforma en otra cosa, lo que no es perceptible ni por la vista ni por otro sentido alguno, lo que solo el entendimiento puede contemplar. Hay una segunda realidad que lleva el mismo nombre: es semejante a la primera pero cae bajo la experiencia de los sentidos, es engendrada, siempre está en movimiento, nace en un lugar determinado para enseguida desaparecer; es accesible a la opinión unida a la sensación. Finalmente, existe un tercer género, el del lugar: no puede morir y brinda un sitio a todos los seres que nacen. El mismo no es perceptible más que gracias a un razonamiento híbrido, que no va de ninguna manera acompañado de sensación: apenas se puede creer en ello. Ciertamente es eso lo que nosotros percibimos como un sueño cuando afirmamos que todo ser está forzosamente en alguna parte, en un determinado lugar, que ocupa un determinado sitio y que no está en la tierra ni en parte alguna del cielo no es absolutamente nada”.

PLATÓN, Timeo

Este texto platónico hace referencia a los tres tipos de realidad cuya consideración es necesaria para comprender la génesis y estructura del Universo: Las Ideas, los seres que componen el Universo físico y la materia-espacio-receptáculo.

Por lo que se refiere a los seres físicos, su existencia es posible en la medida en que las Ideas (proporciones matemáticas, esencias) se “proyectan”, se “localizan” en ese receptáculo o matriz que es la materia platónica. Su precaria consistencia proviene de esta “proyección” -participación, imitación- de las Ideas. El texto habla de su semejanza con las Ideas (“semejante a la primera”). Su consistencia es precaria, ya que los seres del mundo físico son corruptibles (“nacen en un lugar determinado para en seguida desaparecer”). Por su parte, las Ideas se caracterizan por su inmutabilidad y consistencia plena. En cuanto al espacio-materia, constituye el principio permanente (“no puede morir”) de localización de la proyección física de las Ideas. El texto sugiere el símil de algo real, un árbol por ejemplo, cuya imagen se reflejara sobre un estanque cuyas aguas estuvieran en continua e irregular agitación.

El texto subraya no solamente el status ontológico de estos tres tipos de realidad sino también sus respectivos niveles de cognoscibilidad. Las Ideas son captables solamente por la razón y no en absoluto por los sentidos. Ciertamente las imágenes sensibles pueden ayudarnos para la captación de las esencias. Así, triángulos y figuras geométricas dibujadas en una pizarra son útiles para la captación de las verdades matemáticas. pero el auténtico objeto de nuestra captación en dicho caso no son estas figuras geométricas que vemos sino las esencias que ejemplifican, y estas esencias sólo son captables con el entendimiento, con la razón. En cuanto a los seres físicos del Universo, sí que son accesibles a los sentidos. Acerca de ellos es posible un tipo de conocimiento de rango inferior que Platón denomina dòxa. Este tipo de conocimiento tiene unas bases más experimentales que racionales y de ahí que el texto hable de “opinión unida a la sensación”. La materia-receptáculo, en fin, no es en absoluto captable en nuestra percepción.