Ir a compra es un lio… te meten las cosas por los ojos de mala manera y como no te andes con ojo… o con dos o tres, te la clavan pero bien.
Hace tiempo hablé de los engaños en los supermercados ….
Cuando estudié Gestión Comercial, me enseñaron a provocar el deseo de compra en la gente… La verdad es que no sé si seria capaz de aplicarlo porque como ha he dicho en otras ocasiones yo no soy de las que se dejan convencer para realizar una compra. Normalmente no me dejo influenciar por la publicidad y mucho menos por comerciales y demas , que estan ahi para eso… para que compres… Si insisten consiguen en mi el efecto contrario, me cierro en banda y no hay manera… Cuando ponen esas ofertas expléndias de las marcas por las que te hacen pensar que estas obteniendo una ganga…yo suelo “pasar del tema” y nisiquiera me paro a mirar y mucho menos pienso en comprar, al final terminas gastando mas y la oferta no es tan oferta… pero a veces no es facil
Hay cosas básicas:
Efecto psicológico porque no estamos satisfechos hasta llenarlo…. Confieso que yo a muchas veces no cojo ni cesta…. y asi me cargo, como una burra
Los precios, un truco mas viejo que el diablo y deberiamos pasar del tema…porque nuestro cerebro no entiende que 9,99 es lo mismo que 10
Los artículos que quieren que compres están ubicados a la altura de tus ojos…. aquellos que más les interesa vender, los de marca… los de marca blanca ya los tienes que buscar… a veces hasta dejan de exponer la marca blanca ….
Los artículos de primera necesidad están en rincones remotos, para que vayas a buscarlos y recorras toda la superficie del local
Productos en la linea de caja, chicles, golosinas, revistas, chocolate, pilas….. asi a lo mejor se te van los ojos mientras espera y lo compras
Infinidad de cosas que no contaré de nuevo para no extenderme
Encontré un articulo en la web cocinatis que quizá te interese… Lo copio:
Vigila el precio real de los productos a 1 o 2 euros. Nos abalanzamos
Las promociones no son lo que parecen. Ojo a esto. En muchos supermercados, en la parte intermedia entre pasillos se sitúan las llamadas “promociones”. Tendemos a ir hacia ellas pensando que son ofertas cuando, en realidad, son expositores en los que se muestran productos novedosos de distintas marcas. Fíjate un poco, porque ni son más baratos ni suelen ser productos de primera necesidad.
Edición limitada, premium… puro marketing. ¿Qué se esconde tras la etiqueta edición limitada o premium? Normalmente, el mismo producto con una pequeña vuelta de tuerca. Sí, le podrán dar el nombre más rimbombante que se les ocurra, pero, si te fijas en la etiqueta, comprobarás que, la mayor parte de las veces, contiene el mismo aceite o tiene la misma procedencia que la versión “normal”.
Caldo de marisco… en un 1%. Otro clásico: etiquetar un producto destacando su contenido en alimentos deseables como aceite de oliva virgen extra, jamón ibérico… Un ejemplo: caldo supuestamente de marisco en el que el porcentaje real, una vez que nos vamos a la etiqueta, no supera el 1 o 2% del total. Lo mismo pasa con las croquetas de jamón pata negra. Observa atentamente cuanto ‘pata negra’ hay realmente más allá de la etiqueta y la foto. Te sorprenderás.
Leche “sin gluten”. La fiebre por los productos sin gluten ha llegado al paroxismo. De repente, vender un producto que no lo contenga garantiza unas mejores ventas. Esto ha llevado a que se etiqueten como “sin gluten” productos que no lo tienen de forma natural en su composición. Hay ejemplos a cholón: leche, legumbres, patatas… No es que esas versiones no lleven gluten, es que no debería llevarlo ninguna.
La tomadura de pelo de los “enriquecidos”. Se lleva especialmente entre los productos destinados al público infantil. Bollos y galletas “enriquecidos” con hierro, fibra, vitaminas, etc en un procentaje mínimo que anima a los padres a comprarlos. En realidad, se trata de un añadido que, en ningún caso, contrarresta los efectos nocivos de las grasas saturadas o aceites vegetales que contienen.
Ojo a los 3 x 2. Un negocio redondo para los supermercados: les permite deshacerse de grandes stocks a cambio de que el cliente (o sea, nosotros) nos llevemos una unidad gratis al comprar tres. El problema con esto no es la oferta en sí, sino el efecto psicológico que nos impulsa a hacernos incluso con productos que no necesitamos y que luego se agolpan en nuestra despensa.
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