Traición de alto nivel...
Corría el año 1979 y la BBC se atrevió a dar vida a uno de los grandes mitos de la literatura de espionaje, el gran George Smiley. En aquellos años la cadena británica era un ejemplo de calidad y saber hacer, congeniando actualidad, como era el caso, con cultura. Es muy cierto que en el Reino Unido el poso cultural por productos de espionaje, ya sean series o libros, está muy arraigado, lo cual puede ayudar a explicar el motivo para lanzar al aire un producto como éste, un tanto árido para los televidentes comunes.Por lo pronto fue un modelo nuevo, una miniserie, consistente en 7 capítulos de una duración menor a la hora y que tenían como base un guión de calidad sustentado por la obra homónima de John Le Carré.
La obra arranca, y a partir de esto obviaré todo el argumento para que los posibles lectores/espectadores puedan disfrutar al completo de la serie, con lo que se presupone es una traición de alto nivel dentro del servicio de espionaje británico. George Smiley, retirado forzoso del servicio secreto, es encargado de investigar el particular e intentar poner coto a la filtración. Estamos a mediados de los años 70 y la guerra fría está en pleno auge.
su principal fuerte es su guión
En estos tiempos nuevos que corren, en los que las series parecen abocadas a copar el panorama audiovisual, nos asombramos de que algunos productos tengan un buen guión, como si fuera algo a tener en cuenta o como si fuera un elemento muy destacado de la serie. Por lo pronto antecesores de estas series se encuentra la que nos ocupa, una obra que su principal fuerte es su guión, con una fidelidad al libro enorme y que consiguen casar ambas realidades sin tener que forzar en ningún momento ni el argumento ni la carencia del relato. En algún momento existe alguna reinterpretación del mismo, más por motivos que imagino de producción que por necesidades del guión, pero esos ligerísimos cambios se hacen con elegancia, destacando que nada rechine dentro del engranaje de la trama.
Destaca la recreación del protagonista, un auténtico lujo, desde la mirada de cansancio hasta la desaprobatoria cuando todo el mundo le pregunta por su infiel mujer, vox populi en todo Londres, en un alarde de la tan alabada exquisita educación británica, que aquí muestra bastante hipocresía, algo que en la serie se ha destacado y que en la novela es simplemente un trazo más en el carácter de Smiley. Es verdad que el tono de ciertas conversaciones que en la novela parecían plagadas de una admiración mutua y un cariño recíprocos, son un tanto frías en la serie, tal vez por ser muy complicado dar una solución a esa cadencia de la prosa de Le Carré, tal vez su único pero.
La ambientación de la serie es una maravilla, con un sonido propio de otros tiempos, de ciudad bulliciosa y que acaba casi de salir del blanco y negro. Destacan los decorados interiores, nada de grandes despachos ni de edificaciones coloniales, sino estancias pequeñas, reducidas, prácticas, con papel pintado en las paredes, con cierto toque de solera…que ya casi es imposible de ver.
Les animo a ver la serie, muy por encima de la película de muy recientes fechas, y les emplazo a otra crítica que publicaremos en breve sobre otra serie con casi los mismos protagonistas y los mismos guionistas “La gente de Smiley” o a lo más fino “Smiley’s people”.
Sergio Torrijos