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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se va todas la noches a la cama pensando en qué va a hacer al día siguiente para sembrar de mal al planeta. Pareciera sufrir de ese tipo de locura que según la historia —fabulada o no— ha hecho de la figura del emperador romano Nerón Claudio César Augusto Germánico un icono de los más grandes villanos de la historia. Bien lejos está el mandatario, inquilino de la Casa Blanca hasta 2028, de las locuras “divinas” que se apropian de las almas de artistas, poetas, visionarios y enamorados.
Trump, como buen ególatra y narcisista, desprecia todo lo que no calce en el modelo de sociedad ideal que tiene en su imaginario. Para él, en su afán por redimir el hecho de ser descendiente de migrantes escoceses y alemanes, quien no sea blanco, de padres y abuelos estadounidenses, millonario, protestante, conservador y anglohablante, pertenece a un estrato inferior; sujeto, si es posible, de ser puesto de patitas más allá de la frontera. Y, como se entenderá, en ese saco entramos casi todos los pobladores de este mundo.
Los frentes abiertos por este empresario del sector inmobiliario y de los campos de golf, protagonista de toda clase de escándalos judiciales, financieros y sexuales, conforman un abanico interminable: guerra comercial con el planeta; aumento y aplicación de aranceles hasta en territorios donde solo hay pingüinos y focas (islas Heard y McDonald); bombardeo a Irán y Yemen; ceguera, sordera y mudez ante el genocidio continuado israelí en Gaza; persecución indiscriminada masiva y violatoria de los derechos humanos de los inmigrantes; despidos masivos de funcionarios públicos; ocupación militar de ciudades estadounidenses con mayoría de votantes demócratas. Y en la vorágine desatada, los satélites (Unión Europea) y aliados (Elon Musk, Volodomir Zelensky, John Bolton) son humillados, amenazados y extorsionados reiteradamente.
Sin embargo, esa estrategia de matón universal parece no estar rindiéndole los dividendos esperados. Según el semanario inglés The Economist, a esta fecha, más de la mitad (55 %) de los estadounidenses desaprueba su gestión.
Alfredo Carquez Saavedra
alfredo.carquez@gmail.com
Caracas