LO MEJOR DE LOS 70 FUE EL COMIC, EL RESTO ERA IGLESIA
Los "tebeos" de Tintín no decaen. Tienen una salud perfecta y no envejecen. Los jóvenes siguen leyendo las aventuras de ese muchacho, casi adolescente, que viaja por el mundo y nos hace disfrutar con sus aventuras. Su personaje nos invita a ser investigadores y a seguir las huellas de algún malhechor acompañados de unos personajes secundarios. Ahí entra en escena Milú, ese perrito fiel, los torpes y despiadados detectives Henández y Fernández, ese capitán borrachín llamado Haddock o el profesor Tornasol.
Las aventuras de Tintín nacieron en enero de 1929, en Bruselas. Lo hicieron gracias a la gran imaginación de Georges Remi, conocido como Hergé. Este dibujante belga fue un gran ilustrador, además de fecundo y concienzudo en su trabajo. Se dice de él que tenía la fantasía de un niño y la curiosidad de un investigador. Creó un personaje con el que transmitió estas pasiones. Sus lectores son intemporales, porque sus personajes interesan tanto a niños como a adolescentes o adultos.
Su obra se ha traducido a más de 50 idiomas y se han vendido más de 120.000.000 millones de álbumes de Las Avenuras de Tintín. Algunas ediciones han tenido modificaciones porque no responden a los valores actuales. Es el caso de cuando el escenario fue el Congo Belga. En esas viñetas hay tintes racistas y cierta apología del colonialismo que han sido modificados. De todas formas, Hergé, en obras posteriores como en El Loto Azul, se posiciona contra ello y critica la intervención japonesa en China.
Aun así, Titín, con su célebre tupé, defiende las causas justas. Se presenta como reportero y viste con su característico pantalón de bombacho. Viaja por todo el globo terráqueo e investiga en los lugares más insospechados. Fuimos muchos los niños que nos enganchamos a la lectura gracias a las aventuras de Tintín y de otro grande: Ibáñez.