Como recordatorio histórico, el “tinto dulce” surgió en el levante español, más concretamente en Alicante, con el nombre de Fondillón a partir de la tradicional uva local monastrell asoleadas sobre cañizos durante dos o tres días. Como anécdota, se dice que este vino fue el primero que dio la vuelta al mundo en el interior de las naves elegidas para el descubrimiento de América. Actualmente, junto con el maravilloso Fondillón, existen en España tintos dulces en el Priorato, el Ampurdán, Valencia, Requena, Jumilla, Yecla, Almería, Tenerife, Madrid, y otros puntos del mapa español. Internacionalmente son muy famosos los de Oporto, Sur de Francia, Austria, Rumanía, la Isla de Elba y la Toscana italiana, por nombrar algunos.
Cata personal de este tinto Alberite 2009:Desde el principio llama la atención su botella, con una capacidad de 50 cl. y un diseño inusual con un cuello muy largo, parecido a algunas de orujo o aguardiente. Su vestido es precioso, serio, de color rojo cardenalicio brillante pero no muy cubierto, aunque algo denso, dejando lágrimas remolonas cayendo por el cristal de la copa.Nariz de marcado carácter frutal, más concretamente de mermelada de fresones y arándanos, compleja en aromas primarios (los de la uva) de frutos negros del bosque (ciruelas negras) y recuerdos de hollejo post-maceración. Expresa la esencia de la uva, concentrado, meloso.En boca es sedoso, sabroso, dulce, carnoso, frutoso, untuoso, algo cálido por sus 16 grados de alcohol, concentrado, tánico y persistente, dejándonos un final en boca parecido al sabor de un caramelo de moras y al cacao negro amargo.
Es un vino que puede tener mucho público por su expresión amable y dulzona, pero no es muy conocido. Es como ya lo denominé anteriormente en otra entrada el “vino chuchería de Bodegas Regantío”, y a un precio imbatible, en torno a los 6€.Tiene la habilidad de poder consumirse a lo largo de todas las estaciones del año. En verano, un poco más fresquito de lo normal (en torno a los 9 grados) como postre después de una comida ligera; en invierno (a unos 13 grados) románticamente con tu pareja junto a una chimenea para entrar en calor. O para los que les gusta arriesgar, en maridajes con platos complejos, como por ejemplo jabalí o ciervo con salsa de arándanos, o con quesos cremosos o azules dónde se podría conseguir la armonía perfecta. Todo es cuestión de gustos y opiniones.