Y si a esto le sumamos que es el vino Fino líder mundial en ventas, ya es el no va más. Que sí, que es un vino muy comercial, pero que comercio tan placentero… se lo ha ganado a base de empeño. Si cuando quieren un cream, lo piden diciendo… ¡un Canasta!, en el caso de un Fino se pide… ¡un Tío Pepe! A eso se le llama marquetizar un producto. Después de su envejecimiento por el tradicional sistema de soleras y criaderas, que mantienen una constante calidad año tras año, se procede a la clarificación, estabilización y filtración, antes de su embotellado y salida al mercado. Pero si obviamos estos tres procesos, es decir, embotellamos el vino directamente desde la bota, nos encontramos con un Fino “en rama”, menos preparado para duros viajes en el tiempo por su carga biológica y delicadeza, pero más natural y singular… más auténtico. Y tan auténtico, que era la forma antigua de beber fino, directamente desde la bota. Refiriéndonos a la marca Tío Pepe, su bodega González Byass, ha sacado su Fino “en rama” para conmemorar el nacimiento hace ya 200 años exactos (1812) del fundador de las Bodegas, Manuel María González Ángel. Desde que salió al mercado ha tenido mucha repercusión, tanto por su baja producción limitada a tan sólo 900 botellas, como por su “nueva tipología” de Fino. Y es que este TÍO PEPE EN RAMA 2012, es el resultado de una selección de las mejores botas de Fino de las cuatro soleras más antiguas de la bodega, que tienen el nombre de “Las Botas de Gran Olor”, buscando los mejores niveles de calidad de este Fino. Es como extraer lo mejor que tiene una persona pero en un vino. El único trato que tiene es una simple decantación en un depósito para eliminar las lías y levaduras más gordas que existen en suspensión antes de ser embotellado, pero nada más. Con esto quiero explicar que este Tío Pepe en Rama 2012, es el mismo Fino que el Tío Pepe de siempre, o mejor dicho, saca lo mejor o más auténtico de Tío Pepe. Es una superselección de las mejores botas de las más antiguas soleras con las que su fundador, Manuel María González, marcaba con una estrella a tiza haciendo referencia a la alta calidad del Fino que había en las mismas. Con esto, el enólogo de esta bodega, Antonio Flores, quiere destacar algo diferente de estas magníficas soleras con esta “saca”, y qué mejor forma de sacarlo al mercado que en unas botellas vestidas con una etiqueta de la colección centenaria de la bodega y directamente de la bota a la botella para que exprese 100% el carácter de las mismas. ¿Qué diferencias podemos entonces encontrarnos entre este “Fino en rama” (1) y el común (2)?
En nariz, la (2) presenta aromas más finos y sedosos, como los florales, balsámicos (hierbas verdes), especiados y salinos. La (1) se muestra con más potencia, más carácter; se nota más la solera con aromas que nos recuerdan a levaduras, avellanas, yodados… es una nariz más compleja y expresiva.En boca también hay diferencias notables y es donde más se acusa la disimilitud entre ambos. Los dos son frescos y punzantes, pero el (2) es más agestre o amargo y el (1) está más redondo y equilibrado. Ambos son potentes y sabrosos. En el (1) resaltan las levaduras de la flor, su crianza biológica, y en el (2) las lías más finas. El postgusto de los dos es para un 10.