Tipos de corrupción

Publicado el 26 febrero 2013 por Vigilis @vigilis
Me parece muy gracioso que Pepe Blanco en su blog, comentara en 2009 exactamente su estrategia del Caso Campeón poniendo de ejemplo el caso Gürtel. En efecto, la trama Gúrtel, según este ex-ministro que se reunía en gasolineras para que le pasaran el sobrecito, es una gran boñiga que se puede usar de forma política.

Este es el objetivo. De momento, vamos bien.

Ahí están por ejemplo las acusaciones contra un implicado de Gürtel de haberse beneficiado de la amnistía fiscal de Montoro. Pero también de la amnistía del PSOE. El toma y daca del y tú más.
Claro que cuando el tema se refiere al Duque Empalmado, la cosa cambia. El bipartito no sabe muy bien cómo manejar la cosa. Por supuesto que están de acuerdo en proteger a la Casa Real, ponerle un paréntesis a la Ley de Transparencia y hacer impenetrables los muros de palacio. Son los herederos del consenso de la Transición, tienen que sobrevivir como sea y a costa de lo que sea para que el statu quo perviva.
—Pero el PSOE quiere meter a la Casa Real en la Ley de Transparencia.
—Por supuesto, eso es exactamente lo que yo haría en su lugar. Si soy el PSOE sé que tengo que aparentar ser alternativa, mostrarme como diferente del PP, dar a la masa miguitas para que se entretengan.
Que se mencione en los correos electrónicos que el suegro estaba informado de todo, parece que no preocupa. Que la Fanta estuviera al día (cuando no participaba) de las decisiones del chiringuito del Duque Empalmado, parece que no implica que ningún juez la llame para preguntarle qué tal le va la vida. Pero lo más apestoso del caso, es que los políticos no hicieran preguntas cuando pagaban a Gagarin Empalmado millonadas por una mala copia de un artículo de la Wikipedia. Normal: hablamos de gente que se mete en política para forrarse. Ellos son incapaces de distinguir entre el bien y el mal y además, pueden cambiar lo que la ley considera «mal».
Cuando baja la riada, se ven las marcas del lodo en las paredes: hasta aquí llegó la mierda en 1984, hasta aquí llegó la mierda en 1995, etc. Como cuando se mide la altura de los niños a lápiz en una pared. Pues igualito que esto, la mierda continúa aflorando.

Partidos catalanes contrataron a una agencia de detectives para espiarse mutuamente. El partido A quiere espiar al partido B, pero el partido B contrata a la misma agencia para espiar al partido A. Es genial. Son inútiles hasta para espiarse. Lo de la política catalana es algo que desborda ya la mínima base funcional de cualquier dictadura árabe. Es que Operación Ubú se estrenó en 1981, han pasado treinta años de satrapía, treinta años de burbuja de irrealidad, la formación del cortijo catalán que tanto vacilaba al cortijo andaluz. Y está bien que lo vacilara, porque el andaluz es sin duda un cortijo, pero ojo, como dicen en mi tierra: «cantade baixiño».

Típico concejal del cortijo catalán.

Y de mi tierra para qué hablar. Años votando con disciplina militar a Paco Vázquez y Manolo Fraga para que ahora sepamos que uno expropió por dos duros terrenos para hacer un campo de fútbol que, sorprendentemente acabó siendo un montón de pisos (se habla de plusvalías del 2.300%) y el otro que nos ha dejado con un bicho tan enorme y tan absurdo, que nadie sabe qué hacer con él. Claro que esto no es algo propio de los grandes presupuestos, en los pueblos pequeños la corrupción no es que esté a la orden del día, no es que sea aceptada tácitamente por la población, es que la corrupción es la forma de hacer las cosas de toda la vida y nadie puede distinguir el bien del mal.
A mi el alcalde me pone una farola delante de casa y no me pregunto si la farola se la hizo su primo con un abultado presupuesto, yo veo la farola puesta (por no mencionar las fiestas populares con empanada, churrasco y vino gratix, que eso también convence a indecisos).
La peor corrupción
Aún con todo, el caso más extremo de corrupción es tan extremo, que ni siquiera entra en la categoría de corrupción, es otra cosa. Esta gente juega en otra liga. Que durante años, los terroristas mataran a la gente como conejos, los cazaran como animales, torturaran, extorsionaran, dispararan, y aceptar tan siquiera que pueda existir una organización política en pie de igualdad con las demás que les de respaldo institucional, es una cosa alucinante.

Gimnasia en Rhodesia

Que haya tipos más o menos sanos, con corbata, que van a misa y beben café, poniendo en pie de igualdad a los fulanos que jalearon durante décadas el terrorismo es simplemente otra liga. No hay palabras ante la impresionante capacidad de perdón de los vendedores de periódicos. Los tipos movidos por la «razón de Estado» aplican la teoría de la paz definitiva. Casi rogando que esas palabras sean una fórmula mágica.
Es como si quisieran asir la historia y domeñarla. Un par de BOE y un par de actos con flores y todo está guay. Aceptar que no vencer puede ser deseable. Hacer pasar por buena una especie de equiparación de víctimas y verdugos. Ya vimos cómo funcionó la magia de Auschwitz en los campos de concentración serbios o hutus, ya vimos cómo funcionó la magia del GULAG en los campos de exterminio norcoreanos. Querer poner un punto y aparte en la historia es una constante pretensión humana, pero es un imposible.

Un gran movimiento popular detrás de los camisas pardas, sirve de excusa para hacer ver que se trata de una opción política más, al nivel del resto, con las mismas prerrogativas de tolerancia. Pues no, no es una opción política más. Que mucha gente lo respalde tan sólo nos da información acerca de una gran cantidad de personas equivocadas. No que opinan distinto, sino que opinan lo que no deben. La democracia tiene límites, la libertad de expresión tiene límites. Son límites lejanos para la mayoría (básicamente hay que jalear a un homicida o torturador para cruzarlos), pero no quiere decir que no existan.
Por eso creo que ésta es la mayor corrupción de todas. Porque va más allá de robar (PPSOE) o insultar (Casa Real). Es una corrupción que derriba los límites de las libertades particulares y colectivas, de la convivencia, de las normas básicas de comportamiento humano. Es una corrupción en un sentido biológico: la vemos en la fruta demasiado madura. Comienza por un lugar y se va extendiendo a toda la pieza.
Denunciar esta corrupción es lo que debe copar las portadas. Los pocos, poquísimos, que la denuncian, son los únicos que parecen enterarse de qué nos estamos jugando.
Más:
  • William Proxmire, senador americano que durante 19 años, cada día, habló del genocidio hasta que el Senado ratificó la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio. Ser un pesado, funciona.
  • Por cierto, no lo menciono, pero hay otra corrupción más. Aquí tenéis una idea de por dónde van los tiros.