Por seguir un orden, comenzaremos por el primero de ellos según su aparición: el denominado insomnio de conciliación. En él, la persona muestra verdaderas dificultades para conseguir quedarse dormida, llegando a pasar horas y horas dando vueltas en la cama sin lograr pegar ojo.
Este tipo de insomnio es quizá el más frecuente, pues a nuestro cerebro no siempre le resulta fácil conseguir desconectar y pasar de la vigilia al sueño. Las preocupaciones, un exceso de actividad antes de irnos a dormir o haber experimentado una carga emocional fuerte pueden hacer que tengamos problemas para detener esa máquina que parece no cesar nunca. Por añadir un dato, este tipo de insomnio es más propio de trastornos como la esquizofrenia o las psicosis, lo cual no significa que por sufrirlo se tenga el más mínimo rasgo de la enfermedad.
Siguiendo con el transcurso de la noche, nos encontramos con el llamado insomnio de mantenimiento. En este, la persona sí logra quedarse dormida bastante pronto, pero sufre innumerables despertares a lo largo de la madrugada. Son las llamadas personas de “sueño ligero” y es muy característico de los trastornos del estado de ánimo.
Finalmente, el último es quizá el menos conocido, pero también constituye una forma de insomnio. Es el insomnio terminal (o despertar precoz). Aquí la persona mantiene un sueño dentro de lo normal durante toda la noche, pero se despierta muy temprano por la mañana (a veces a las 5 o las 6 de la madrugada) con la imposibilidad posterior para volver a quedarse dormida. Este tipo es muy propio de las personas mayores, pues conforme envejecemos nuestra calidad del sueño va siendo cada vez peor y esta es la faceta que antes se afecta.
A raíz de todo lo comentado, y si sufres de insomnio, te invitamos a que le eches un vistazo a la categoría “sueño” de nuestro blog, donde podrás encontrar algunas recomendaciones que puede que te sean útiles. Esperando que te sirvan de ayuda, nosotros bajamos la persiana por hoy.
Buenas noches y dulces sueños.
foto|graur codrin