Revista Economía

Tipos de interés negativos. la trampa de la liquidez

Publicado el 22 agosto 2014 por Jordi Mulé @jordimule

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Tal y como hemos podido leer en prensa, en la últimas subastas de Letras del Tesoro se ha producido un hecho inaudito, las Letras a tres meses, y por primera vez en la Historia de este país, han sido subastadas a un tipo de interés negativo. Este hecho es, ciertamente, insólito; es decir, cuando un inversor compra una Letra del Tesoro lo hace, entre otras cosas, con ánimo de conseguir una rentabilidad y una seguridad para su inversión. En este contexto, un tipo de interés negativo es un gran contrasentido, ya que supone, al menos en teoría, que en lugar de conseguir una rentabilidad, deberemos pagar por nuestra inversión. Si invirtiéramos los términos, sería algo así como cobrar por pedir un préstamo, el mundo al revés.

La verdad es que el tipo de interés negativo al que se han subastado es prácticamente CERO, por lo tanto, podemos concluir que, en la situación actual, invertir en Deuda Pública, si bien continúa siendo de lo más seguro que hay, o no nos garantizará una buena rentabilidad o no nos garantizará rentabilidad misma. Ello no es de extrañar, hay que tener en cuenta a cuánto está el tipo de interés legal del BCE (0,25%) o el Euríbor a un mes (0,081% el día 21-8-2014) o a doce meses (0,464% el día 21-8-2014). Por ello, es de lógica pensar que la inversión más segura también sea la menos rentable, si bien también es lógico deducir que, ante semejantes tipos de referencia, la rentabilidad de la Deuda Pública no tenga demasiado margen donde moverse.

En la Historia mundial, este fenómeno de tipos de interés negativos de la Deuda Pública no es la primera vez que sucede, sucedió en Japón, allá por los años noventa, cuando estaba inmerso en un crisis económica que había tenido un comienzo similar a la actual, especulación desmesurada en el mercado inmobiliario y pinchazo de la burbuja, el proceso realmente presentó muchas similitudes con el proceso que ahora vivimos y lo cierto es que Japón no empezó a salir realmente de la crisis hasta que pasó bastante tiempo y, entre muchos otros factores, su sector constructor recibió el inesperado impulso de un gran terremoto, el de Fukushima, así de curiosas son las cosas. Hay quien bautizó la crisis que Japón vivió entonces como “crisis a la japonesa” o también como “L”, en la que se baja muy rápido y se mantiene abajo mucho tiempo (otro tipo de crisis podría ser una “V”, donde se baja y se sube rápido o una “U”, más moderada). La crisis japonesa duró más de diez años y, claramente, que un gran país en lo económico como Japón tardara tanto en salir de ella nos debería dar que pensar.

La actual situación de tipos de interés CERO o negativos es una situación que en Economía se llama “la trampa de la liquidez”, en esta situación, como no hay aliciente para la inversión, o bien ésta puede ser negativa, el inversor preferirá mantener el efectivo en su casa, a un tipo de CERO, antes de pagar por ella, con lo que se acumulan capitales que no circulan, al no haber estímulo para los mismos y se resiente la Inversión y el Consumo. El problema es que no queda entonces margen para hacer una política monetaria seria, no se pueden bajar más los tipos de interés, sólo subirlos, con lo que la inflación/deflación se vuelve difícil de controlar.

En estos momentos la evolución futura es, de hecho, bastante imprevisible; por un lado, se podría llegar a una gran inflación, si el público acumulara tanto dinero que, una vez saliera éste al mercado, lo inundara; me explico, si todo el mundo quiere comprar algo, el precio sube; por el otro, se puede llegar a la deflación si, por el contrario y para fomentar la baja demanda, los precios bajaran. Realmente, es una situación difícil y que requiere de medidas valientes e innovadoras. Actualmente hay indicadores que anuncian una recuperación, pero no olvidemos que los principales mercados de este país son Francia y Alemania y tienen síntomas de recesión; a todo ello hay que sumar el riesgo a caer en la “trampa de la liquidez” y al riesgo de sufrir inestabilidades políticas y sociales, normales en toda crisis. Personalmente, deseo y espero que los acontecimientos sean positivos pero no puedo dejar de pensar en Japón y su “L”.


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