Ha comenzado septiembre y eso significa que, como todos los años, miles de personas vuelven a ponerse a dieta. Las redes sociales se llenan de mensajes tipo “esta vez si lo voy a conseguir”, “hoy empiezo”, “adios operación bikini, hola operación navidad”. Por supuesto, como cada año, también nos encontramos bromas como esta de los Tipos de té adelgazantes en los que se nos dice que para adelgazar hay que dejarse de tonterías y hacer las cosas que sabemos que de verdad “te adelgazan”: quedarTE con hambre, irTE a cama sin cenar, apuntarTE a un gimnasio. Pero, ¿es cierto que esto “te adelgaza”?
Esto NO te adelgaza
Aunque el mensaje esté lleno de buenas intenciones, ninguna de estas recomendaciones va a conseguir que adelgaces: ¿quedarte con hambre, levantarte de la mesa, irte a la cama sin cenar, apuntarte a un gimnasio? Nada de esto funciona y te voy a contar por qué.
¿Quedarte con hambre?
Habrás oído mil veces que lo único que adelgaza de verdad es comer menos, que para perder peso tienes que quedarte con hambre. Lo dicen en todas partes, en la televisión, en los periodicos, te lo dice ese amigo o ese familiar que cree saberlo todo sobre dietas. Así que tu lo intentas, decides que tienes que comer menos y al llegar a la hora de la comida te sirves una mini ración que no alimentaría ni a un pajarillo. Al final de la semana has perdido el tiempo y la paciencia, pero ¿peso? ¡ni un mísero gramo!
Pasar hambre no funciona porque
- Si a la hora de las comidas te quedas con hambre, te pasarás el día picoteando. Da igual si son “picoteos sanos”: además de que comer a cada rato hace que se interrumpa la digestión causando hinchazón y gases, al final del día todos esos picoteos acaban sumando más calorías que las que hubieses tomado si te hubieses quedado satisfecho en las comidas principales.
- Tu cuerpo entiende el hambre como una amenaza: durante los miles de años en los que hemos sobrevivido como especie a desastres naturales, guerras y hambrunas nuestro cuerpo ha aprendido a mantener sus reservas de grasa. La señal de hambre hace que el cuerpo entre en “modo supervivencia”: se reduce el gasto de energía al mínimo y se disparan todas las hormonas que hacen que sientas hambre a todas horas ¡Hay quien llega incluso a soñar con comida!
- Te cambia el humor (a peor): tenemos una relación emocional muy importante con la comida y el pasar hambre nos supone un “castigo” no solo físico sino también afectivo. Las sensaciones de privación y restricción nos hacen sentirnos nerviosos y bajos de moral.
- Cuanta más hambre pases más probabilidad tienes de darte un atracón: suma el estado de “modo de supervivencia” de tu cuerpo (con ese coctel de hormonas haciendo que sientas un apetito loco a todas horas) más la tristeza, el nerviosismo, el bajón. Añade la frustración cuando te subes a la báscula y compruebas que tu peso apenas ha variado (porque tu cuerpo ha bajado su gasto de energía al mínimo) y ¿qué ocurre? Que tu fuerza de voluntad se quiebra, mandas todo a paseo y te metes un atracón de esos en los que hasta te daría vergüenza que alguien viese las porquerías que has llegado a comer.
¿Irte a cama sin cenar?
Quien dice saltarse la cena, dice saltarse el desayuno: esto no funciona. Si quieres adelgazar no te saltes las comidas y además mantén unos horarios regulares porque
- Cuando nos saltamos una comida acabamos comiendo más en la siguiente; pensamos que bueno, “ya nuestro cuerpo repartirá lo que hemos comido y compensará” pero no es así. Después de una comilona, los niveles de insulina en sangre suben y la insulina alta hace que el cuerpo pase del modo quema de grasa al modo almacenamiento de grasa (esto es como un interruptor, o estamos quemando grasa o almacenando grasa, no podemos hacer las dos cosas a la vez). ¿Resultado? Durante las horas en las que no hemos comido el cuerpo reduce su gasto de energía para adaptarse y más tarde, después de esa comida en la que hemos tomado alimentos “de más” aprovecha para almacenar el exceso en forma de grasa.
- Nuestro cuerpo responde mucho mejor a unos horarios regulares, especialmente para la comida y el sueño; podemos adaptarnos a horarios cambiantes, pero lo hacemos produciendo más hormona del estrés (cortisol): como pasaba con los niveles altos de insulina, cuando producimos más hormona del estrés se detiene la quema de grasa y se activa el almacenamiento de grasa, con lo que puedes incluso engordar o aún peor, adelgazar perdiendo músculo ganando grasa en la zona del abdomen.
¿Levantarte de la mesa?
Obviamente, quien añadió este consejo a la lista de “Tipos de Té adelgazantes” vive aún en un mundo en el que cada comida es un banquete con una sobremesa que se prolonga durante horas. Para el común de los mortales el problema es justo el contrario ¡no nos sentamos a la mesa para comer!
Para adelgazar, siéntate a la mesa
- Cuando comemos en el sofá delante de la tele o delante de un ordenador, engordamos: al no estar prestando atención a la comida, pasa por la boca “sin sentir”, no la disfrutamos de verdad y además tardamos mucho más en sentirnos saciados
- Somos animales de costumbres: si te habituas a comer, cenar o hacer picoteos en el sofá, mientras ves la televisión (o una serie en el ordenador), acabarás sintiendo la necesidad de comer cada vez que vuelvas a sentarte a ver la tele o te pongas un capítulo de House of Cards.
- Pero no solo comer en el sofá es un peligro para tu dieta: ¡deja de picotear de pie delante de la nevera!; de pie y directamente del envase comerás mucho más, por no decir que lo disfrutarás mucho menos que si esa misma comida la sirves en un plato y te sientas a la mesa a tomarla. Si además terminas con un café o una infusión sin azúcar para tener la sensación de “cerrar la comida” y que tu cabeza reciba el mensaje de que ya estás satisfecho, mucho mejor. El del final de la comida, ese si es un té que adelgaza.
¿Te apuntas a un gimnasio?
Me imagino que estarás pensando “A ver, María ¿cómo va a ser esto también un mito? ¡El ejercicio adelgaza!” No estoy delirando, ni se me ha ido la pinza con tanto salvado de avena: el ejercicio no sirve para adelgazar. Tiene muchas, muchísimas ventajas para la salud, por supuesto y es muy recomendable hacer ejercicio con regularidad, especialmente uno que sea adecuado a nuestro estado físico, algo que nos encante y nos haga desconectar de todo aunque solo sea por un rato. Pero no adelgaza.
Cuando pasas de hacer poco o nada de ejercicio a machacarte en el gimnasio
- tu cuerpo intentará compensar la energía que gastas aumentando tu apetito y sin darte ni cuenta acabarás comiendo mucho más
- tu cabeza te jugará malas pasadas, como la de hacerte creer que ya que te has machacado en el gimnasio o haciendo running ahora no pasa nada por darte un pequeño capricho con un dulce, una cervecita, unas patatas (y acabarás comiendo peor)
- tu cuerpo aprenderá rápidamente a no quemar sus reservas de energía: a un atleta profesional le lleva años de entrenamiento conseguir que su cuerpo sea una máquina perfecta, que pueda aprovechar cada gramo de energía que come y quemarlo de inmediato. Tu no eres un atleta profesional y en tu contra juegan miles de años de evolución, que nos han programado como especie para preservar nuestras reservas de grasa a toda costa ¡incluso mientras haces ejercicio! Después de unas cuantas sesiones, podrás agotar tus músculos, llegar a hacerte daño, tendrás unas agujetas infernales y aún así tu cuerpo se las habrá arreglado para quemar la mínima cantidad de grasa posible.
- tus niveles de estrés pueden aumentar: cuando haces ejercicio porque te gusta y eliges algo que se adecue a tu nivel de forma física, tus niveles de la hormona del estrés (cortisol) disminuyen y eso te ayuda a sentirte mejor. Pero si vas sintiéndote obligado o haces una actividad demasiado intensa, que tu cuerpo y tu cabeza interpreten como una amenaza, pasará exactamente lo contrario: tus niveles de cortisol se dispararán y ya te he contado lo que pasa cuando el cortisol sube, ¿verdad? Se detiene el modo de quema de grasa y arranca el modo almacenamiento de grasa.
¿Necesitas pruebas?
Como se que lo de que hacer ejercicio no adelgaza es algo difícil de creer, he elegido tres artículos que me han parecido muy interesantes, en los que te cuentan esto mismo:
- Hacer ejercicio casi no adelgaza, de El Blog de Centinel en el que recoge los resultados de varios estudios sobre ejercicio y adelgazamiento, incluyendo un análisis del año 2001 en el que casi 2000 personas después de participar en programas de ejercicio durante seis meses tan solo perdieron un kilo o incluso menos (por cierto, Centinel es el autor de Lo Que Dice La Ciencia Para Adelgazar
un libro fácil de leer y muy recomendable para cualquiera que tenga interés en qué dice la ciencia de verdad sobre nutrición y dietas) - En Quo: Aunque corras no puedes comer todo lo que quieras. Incluso para las personas que hacen ejercicio con regularidad y ya a un cierto nivel, comer mal sigue siendo un riesgo para su salud (al final del artículo explican por qué de una forma muy clara)
- El ejercicio no es la panacea: en este artículo de El Mundo encontrarás el resumen en castellano de una publicación del British Journal of Sports Medicine en el que se hacía hincapié en que no es cierto que el ejercicio sea tan importante para combatir la obesidad y que no se compensa lo que comemos haciendo más ejercicio.
Dieta + ejercicio ¿y he engordado?
Vamos a ponernos en el caso de que quieres hacer las cosas bien y has decidido comenzar una dieta a la vez que empiezas a ejercicicio: incluso en el caso de que te lo tomes con calma, elijas un tipo de ejercicio adecuado a tu nivel de fortaleza física y lo practiques por gusto en lugar de por obligación, puede ocurrir que haciendo ejercicio además de dieta el peso en la báscula suba en lugar de bajar: le pasa a mucha gente y se debe al proceso de adaptación del cuerpo al ejercicio
- Al principio tu cuerpo recibirán ese ejercicio extra como una agresión, incluso si es ejercicio moderado: hasta que no se acostumbren, tus músculos se inflamarán, tendrán más volumen y también pesarán más (porque entre otras cosas, la inflamación hace que almacenen más agua)
- Pasados unos días, la inflamación se normalizará. Tu cuerpo estará más preparado para continuar con el ejercicio e intentará adaptarse guardando más reservas de energía (glucógeno) y agua en los músculos. Aún no habrás ganado músculo, pero seguirás pesando más
- El volumen de sangre en el cuerpo aumenta, para hacer frente al esfuerzo extra y a una mayor necesidad de oxígeno. Como la sangre pesa, ¿lo adivinas? Pesarás más
- Después de un par de semanas habrás ganado algo de masa muscular, sobre todo en los músculos más grandes (piernas y gluteos) y aunque habrás empezado a quemar grasa, como el músculo también pesa, pesarás más
Este proceso puede durar hasta un mes, y volver a empezar si una vez que ya te has adaptado al ejercicio pasas a hacer algo con mucha más intensidad (como apuntarte a una clase de Spining o de Cardio). En Vitónica.com hay un buen artículo llamado ¿Haces ejercicio y no bajas de peso? en el que explican esto con más detalle. Échale un vistazo si necesitas más información.
Estos tés tampoco adelgazan
Es bastante probable que quien pensó la broma de los Tipos de té adelgazantes estuviese pensando en hacer una advertencia sobre este otro tipo de tés “adelgazantes”: los tipo Delgaxan, Adelgaxana, la cola de caballo y otros similares que son en realidad laxantes y diuréticos. Mucha gente -especialmente mujeres- recurre a estos remedios para quitarse un par de kilos o para intentar “acelerar su metabolismo”. Ahí si que no se equivocaba, porque estos tés NO ADELGAZAN.
- ¿Qué pasa cuando tomas un té laxante? Que sientes menos hinchazón en el vientre, te sientes más ligero y pesas menos.
- Pero no has adelgazado, no has quemado grasa, solo has vaciado la tripa
- Si, claro que puedes pesar incluso hasta dos kilos menos ¡las heces pesan! Solo que eso no es adelgazar, no has eliminado grasa y la tripa se volverá a llenar en un par de días.
- Si sigues tomando laxantes día tras día, el intestino se te volverá perezoso (no es un cuento de vieja, ocurre) y acabarás teniendo problemas de estreñimiento de forma crónica.
Lo mismo pasa con los diuréticos: vas más al baño, meas más. El agua pesa, así que pesas menos. Pero tu cuerpo no puede funcionar sin agua y reaccionará reteniendo toda la que pueda e inflamándose, por lo que en unos días volverás a recuperar el peso. Mantener la toma de diuréticos durante largos periodos de tiempo puede llevarte a perder demasiados minerales en la orina, tener bajadas de tensión, mareos o dolores de cabeza.
Si quieres adelgazar
Toma nota de esos “quédate con hambre”, “sáltate las comidas”, “levántate de la mesa” y “vete al gym a machacarte” ¡para hacer justo lo contrario!
- Siéntate a comer, sirve la comida en platos y vasos en lugar de tomarla directa de los envases. Termina la comida con un café, un té sin azúcar y ¿por qué no? con un postre de dieta bien rico.
- No te quedes con hambre, toma en cada comida lo que necesites para levantarte de la mesa sintiéndote satisfecho (y así no te pasarás el día picando entre comidas)
- No te saltes comidas y haz que cada una sea adecuada a la actividad que vas a hacer en las horas siguientes: si gastas más energía por la mañana, desayuna bien y toma algo consistente a media mañana. Si gastas más energía al final de la tarde, que la comida del mediodía y la merienda sean las más fuertes. ¿La cena? Mejor suave y fácil de digerir: por ejemplo, pescado + verduras a la plancha.
- No te machaques en el gimnasio a lo loco: elige mejor un ejercicio que disfrutes y que sea adecuado a tu nivel de fuerza y resistencia física. Si hasta ahora eras muy sedentario, empieza caminando: con solo 30 minutos a buen paso cada día ya lograrás todos los beneficios del ejercicio (y puedes incluso hacerlo en varios “bloques” de 10 o 15 minutos cada vez)
- No olvides que mientras se adapta al ejercicio, tu cuerpo puede ganar peso y volumen (aunque estés quemando grasa ¡y adelgazando!), así que no te frustres y date tiempo para ver los cambios que quieres en la báscula.
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