“Albarda” es el aparejo de las caballerías de carga que se coloca debajo de la montura con el fin de no lastimar al animal. También se refiere popularmente al peso innecesario que reiteradamente se carga o las palabras que se repiten sin necesidad.
Lo cierto del caso es que esa frase me la dijo mi mamá –en sentido figurado claro- cuando yo lloraba desconsolada tratando de sostener por varios años, una situación que ya era insostenible y que a la postre me pesaba tanto que no podía ver con claridad el camino a seguir… le parece familiar? Y es a que todos(as), en algún momento, nos ha pasado en la vida… y no se vale decir a mí no, porque difícilmente sea cierto…
¿Esta aferrado usted a una situación sentimental que solo usted creé que funcionará, o tal vez a un trabajo que ya no quiere, a una casa que ya no le gusta y sin embargo no quiere salir de ella; a un carro que ya ni sirve, pero se ha convertido en el amuleto de su vida?
Pues si sus respuestas fueron si, si, si y si es hora de tomar decisiones, de hacer un alto en el camino y de respirar profundo… muy profundo para pensar con claridad, no importa la edad que tengamos… 20, 30, 48, 55 ó 70… el hecho es que el cambio urge porque la albarda pesa cada día más y llegó el momento de dejarla tirada.
El arrastrar esas cargas produce infelicidad, frustración y ataduras que de una u otra forma solo nosotros podemos quitar. Es el momento de decir NO quiero, NO puedo, NO tengo ganas de hacer tal cosa, ó por el contrario de decir quiero hacerlo, quiero comprarlo, quiero ir, quiero cambiar una u otra cosa en mi vida…
¿Empezar de cero? Es posible
¿Comprar otra casa? Es posible
¿Terminar una relación dañina? Es posible
¿Comprarse ese carro, irse de viaje? Es posible
¿Cambiar de trabajo? Es posible
Algunas son más fáciles que otras de llevar a cabo, pero lo cierto del caso es que para que se den, tenemos, necesariamente que cambiar de mentalidad, cambiar la forma de ver las cosas, oxigenar la mente, con cosas nuevas, con proyectos nuevos… con personas nuevas, que rejuvenezcan mi ánimo, que inyecten fuerzas a mis ilusiones para vivir en armonía conmigo mismo.
- Levántese de esa cama!!!- decían las abuelitas; corra, camine, siembre matas, pasee los perros, lea, vaya a cursos de la comunidad, apúntese en un curso de Inglés (o el que le guste), aprenda a tejer, hacer cerámica, conozca a sus vecinos, lo que sea, pero renueve sus fuerzas, su vibras, para que sus nuevas decisiones tengan un sentido más por qué ser llevadas a cabo… Mi hermana, luego de ser voluntaria por 6 meses en una veterinaria, logro obtener la experiencia suficiente para comenzar a trabajar formalmente y ella jamás se lo imagino!!! Sin contar la satisfacción personal por la labor comunal realizada y la cantidad de gente que conoció en ese lugar y que le dio ánimos para seguir adelante.
¿Qué como hice yo? No fue fácil, pero comencé por quitar de mi vida absolutamente todo lo que me estaba causando dolor, la piedra en el zapato que me “chimaba”, busque un lugar nuevo para vivir… comencé de cero y cuando digo de cero fue de cero!!! Créame que fue así, pero el día que vi florecer en mi jardín esa rosa que me había regalado mi papá… supe que mi vida también había retoñado y que estaba lista para crecer.
Le digo como a mí me lo dijeron: Quítese esa albarda, levántese y siga caminando, que Dios tiene mejores cosas para usted de las que imagina.