Tiroiditis y hongos

Por David355

Uno de mis temas favoritos, los hongos nuevamente, y no porque les haya cogido manía, sino porque su importancia es tan grande que aún sigo sin entender, como son muchas las personas y los profesionales que los descartan en la mayoría de los diagnósticos. La tiroiditis es muy común en nuestra población, tanto la tiroiditis de Hashimoto como la enfermedad de Basedow (hipertiroidismo). En esta ocasión quiero informaros y advertiros de la implicación de los hongos sobre la glándula tiroides y como son capaces de causar severas alteraciones hormonales.

Cándida albicans

Ya hemos hablado de la cándida albicans en anteriores ocasiones, sino me equivoco creo que es uno de los hongos más estudiados en la actualidad. Aunque las investigaciones sobre la misma son suficientemente extensas (desde los años 80), se ignoran todavía las múltiples consecuencias que tiene un sobrecremiento de la misma.

La cándida albicans es una levadura que se encuentra en nuestro intestino y vías urinarias (esta última en mujeres), vive de manera natural en nuestro organismo, colabora en la digestión de hidratos de carbono y forma parte de una microbiota intestinal normal. En personas inmunocompetentes la cándida está regulada por nuestras defensas, pero tan sólo hace falta una depresión de las mismas o una alimentación inadecuada durante largo tiempo para que crezca de forma descontrolada y cause estragos por todo nuestro cuerpo.

Dentro del intestino se encuentran aproximadamente el 70 por ciento de nuestras defensas, pues supone una vía de entrada excepcional para gérmenes y parásitos. Esta barrera defensiva, por culpa de malos hábitos, estrés, enfermedades, abuso de fármacos, etc puede verse dañada significativamente, favoreciendo la entrada de gran cantidad de microorganismos de índole patogénica, nada divertido. Cuando esto sucede, la cándida aprovecha para proliferar y asentarse.

Los hongos como norma general provocan enfermedades mediante la liberación de esporas o micotoxinas, que son las encargadas de alterar el funcionamiento del órgano o tejido diana. Si nuestro sistema inmunológico está debilitado o agotado, el órgano se verá afectado seriamente, se producirá inflamación y sus funciones pueden verse comprometidas. Pues bien, uno de los órganos donde se ha demostrado que la cándida es capaz de llegar es a nuestra glándula tiroides.

Como provoca la cándida una tiroiditis

Al ser un hongo saprofita (nos beneficiamos mutuamente) que habita en nuestro intestino, tiene una ventaja enorme para enfermarnos. Sólo tiene que aprovechar una depresión inmunológica o una degradación de las paredes del intestino para atacarnos. Esto se puede producir como norma general por una situación de estrés emocional importante, que causará la inhibición del sistema inmunológico, o por una alimentación desequilibrada, rica en azúcares de mala calidad, fritos, aditivos, escasa en fibra...

Los órganos más susceptibles a las infecciones por cándida son el intestino delgado, los riñones y el hígado. En el intestino, aumentará la permeabilidad, facilitando el paso de las micotoxinas de cándida al torrente sanguíneo, a su vez los alimentos ingeridos serán más difíciles de digerir, se producirá hinchazón y dolores en la zona baja de la espalda. Los dolores musculares acompañan casi siempre las infecciones por hongos, ya que el órgano alterado enviará respuestas nerviosas al centro medular que lo controla. Señal de que los tenemos, sobre todo esos dolores espontáneos o impertinentes sin razón aparente.

Pero a nosotros nos interesa la glándula tiroides, y es donde nace el misterio. ¿Cómo puede un hongo que está en el intestino, actuar sobre nuestra glándula tiroides?. Aunque se desconocen todas las vías de proliferación que utilizan los hongos, respecto a la cándida y la tiroiditis se conocen dos en especial.

Una de sus vías es la indirecta. Las micotoxinas de cándida albicans no atacan directamente a la tiroides pero si que repercuten en órganos relacionados con ella, como los riñones o el páncreas por ejemplo. La cándida albicans tiene, podríamos decir, demasiada facilidad para acceder a las vías urinarias, especialmente en mujeres. No por culpa de una permisividad de nuestro organismo, sino porque un ligero cambio en la flora vaginal o intestinal es suficiente para desencadenar una infección.

La vía indirecta tiene especificidad sobre los riñones.

Las micotoxinas de cándida irritan a las glándulas suprarrenales provocando que éstas liberen glucocorticoides al medio, éstos estimularán la síntesis de glucagón en el páncreas para que se inicie la glucogenólisis y a su vez inhibirán la producción de linfocitos T, o para entendernos, más azúcar en sangre y una bajada de nuestras defensas, de esta manera la cándida sigue teniendo alimento. La liberación de glucocorticoides es la misma que se produce en una situación de estrés, normalmente en menor cantidad, pero lo suficiente como para desequilibrar la homeostasis del cuerpo.

Entre los glucocorticoides, el más importante es el cortisol. La principal función del cortisol es anular y evitar cualquier tipo de daño, antes o mientras éste ocurre, para ello reducirá la producción de sustancias proinflamatorias como leucotrienos y prostaglandinas, favorecerá la retención de fluidos disminuyendo la salida del plasma sanguíneo e inhibirá nuestro sistema inmunológico. Todo este proceso es favorecedor para establecer una importante micosis.

Pues bien, este acontecimiento, activa a su vez en gran medida el sistema nervioso simpático, ya que se asemeja mucho a una situación estresante, con la única diferencia de que el paso previo de liberación de cortisol que se da en la hipófisis mediante la ACTH (hormona que se encarga de liberar el cortisol) se salta, por lo que no está regulada. Para nuestro organismo no es nada rentable agotar nuestras reservas de energía, ya que el proceso metabólico que da lugar cuando se envían glucocorticoides al medio, consume gran cantidad de glucógeno, aminoácidos y minerales esenciales para nuestro cuerpo. Por ello, una repetición, mediada en este caso por una infección micótica, del proceso bioquímico resumido arriba, pondrá en alerta a nuestra glándula tiroides, justo dónde queremos llegar.

La glándula tiroides es productora de una de las hormonas más importantes del metabolismo celular, la tiroxina (T4). La tiroxina se encarga de regular la tasa de metabolismo basal, para ello, controla la producción de ATP dentro de la mitocondria (orgánulo celular). Cuando existen infecciones o ataques estresantes, repito, se liberan glucorticoides al medio, pero claro, ésto requiere mucho ATP para llevarse a cabo, por lo que nuestras células agotan nuestras reservas de energía inútilmente. Si esta situación no cesa, la glándula tiroides, como mecanismo de defensa, apostando por la supervivencia innata que nos caracteriza a nosotros y cualquier animal, disminuirá la producción de tiroxina, que a su vez reducirá la producción de ATP. De este modo el desgaste energético se ralentiza notablemente. El problema es que se reduce a nivel global, por lo que otros procesos esenciales como la formación de hueso, la producción de vitamina D, el sueño... también se verán alterados. Cuando existe una carencia en la formación de hormonas tiroideas se conoce como hipotiroidismo.

La vía directa ataca a la tiroides.

El intestino es nuestra muralla defensiva, si ésta está dañada por agentes externos (alimentación desequilibrada y estrés) se formarán agujeros por los que gran cantidad de macromoléculas y tóxicos penetrarán en nuestro sistema. La cándida aprovechará la hiperpermeabilidad intestinal para segregar micotoxinas por todo nuestro cuerpo, éstas llegarán a la tiroides y se producirá el problema: tiroiditis.

Ya sabemos que el hipotiroidismo actual es asociado con un desarreglo de la actividad inmunológica de nuestro cuerpo, que por error, ataca sus propios tejidos, pero me parece bastante simplista y reduccionista decir eso y quedarme tan ancho. Si reflexionamos sobre el asunto, se me hace extraño creer que nuestro propio cuerpo ataque sus tejidos, cuando fue diseñado específicamente para sobrevivir.

Dicho esto, donde quiero llegar es que si las micotoxinas de cándida albicans, por culpa de una excesiva permeabilidad o una depresión inmunitaria, alcanzan los tejidos tiroideos, nuestras defensas, una vez detecten el daño que se está produciendo, destruirán las toxinas, que por desgracia se habrán impregnado por todo el tejido tiroideo, con la consecuencia del daño no intencionado al mismo. El daño a este tejido reducirá la producción de TSH (hormona estimulante de la tiroides) que como consecuencia provocará un hipotiroidismo severo, hasta día de hoy, tratable clínicamente mediante fármacos que tan sólo servirán de parche. Los fármacos pueden reponer la TSH pero no solucionan el daño que se está produciendo.

Aunque parezca algo bizarro, ésto también guarda mucha relación con algunas macromoléculas como la caseína y el gluten, que al no ser objeto de este artículo, las dejaremos para otra ocasión.

¿Qué dice la ciencia sobre todo esto?

A pesar de que llevamos años investigando hongos como la cándida, lamentablemente aún se sabe muy poco de ellos. Los hongos resultan ser uno de los microorganismos más dañinos que existen en la tierra, actúan disimuladamente y es la razón por la que se les conocen como el enemigo invisible.

En referencia a lo que hemos hablado, son muchos los casos de personas que sufren candidiasis crónicas intratables, pero no es necesario presentar una candidiasis sistémica para que se produzcan los acontecimientos anteriores. Considero que es en este punto donde se halla la raíz del problema. Si no se cumple con el protocolo de síntomas que indican infección por hongos que tiene el médico en su ordenador, se descartan. Por culpa de esta ignorancia, no falta de conocimiento ¡ojo!, sino ignorancia y dejadez, las personas afectadas encuentran tantas dificultades en su proceso de curación. Una simple alergia o acidez la tratan con medicamentos, sin pensar que ha podido ser provocada por un hongo o una bacteria. El mismo problema se aplica para un hipotiroidismo, una artritis o una fibromialgia.

Antes de terminar os dejo algunos estudios científicos que recogen y apoyan la relación entre los hongos y la tiroides.

Absceso tiroideo provocado por cándida en un paciente inmunodeprimido. Episodios de candidiasis en mujeres aumentan la sensibilidad a la misma. Histoplasmosis en la glándula tiroides (Caso raro) Tiroiditiss causa por Cándida en un paciente con cáncer Infección por cándida en glándula tiroides Reactividad inmunológica existente provocada por Cándida

De todos ellos, los dos últimos son los que están más relacionados, pues se demuestra que la Cándida si que es capaz de atacar a la tiroides y causar hipotiroidismo, incluso, se observa como nuestro sistema inmunológico puede atacar nuestros tejidos si éstos están infectados por micotoxinas.

Si estáis interesados en ampliar información sobre los hongos, podéis adquirir un Ebook donde se recogen los más importantes. Os dejo el enlace aquí abajo.

Espero que os sirva de ayuda.