Miramos mucho al este, pero nos vamos hasta China y apenas nos detenemos en la India. Las cosas quizá no acaben como están ahora y quizá nuestros hijos hablen más de la India, como dejaba caer el otro día Pablo Pardo en El Mundo. A ver si al final Narendra Modi no era un enloquecido fanático hindú, como nos pintaron cuando llegó. A ver si al final, ser de Guyarat, como aprendimos con Kaplan, es más importante de lo que parece...