Como William Munny, todos tenemos un pasado y veinte años más a nuestras espaldas. Bien, el comentario de un pendejo en dias pasados me ha devuelto un momento a las jornadas empleadas en los bares en pos de la fiesta permanente y el trasnoche disoluto, hace largo tiempo. Fueron muchos tugurios los que cerramos en distendida procesión de compinches y damiselas. De todos guardo generoso recuerdo y nula nostalgia, pero hay algunos que destacan sobre los demás, donde no tengo un maldito apuro en regresar, al hilo de la cuestión. Uno de aquellos honky-tonks es un antro perdido en el norte de México. Allí, al margen de todo y para deleite de lo más escogido de la Frontera, se representa cada noche un show que corta la respiración. Un garito abierto hasta el amanecer al que acudir a beber, jugar, pelear y morir en brazos de alguna vampiresa descarriada, donde siempre se programan sesiones de muerte y la diversión y el rock and roll más puto se sirven al límite, carajo. Sí, audiencia, les hablo del encantador "Titty Twister", la hipnotizante "Teta Enrroscada" que a poco que te descuides te hará perder la cabeza y el alma. El que sigue es uno de aquellos números, a cargo de esta bella princesa azteca con el abracadabrante nombre de Satánico Pandemonium. !Glup! Pero la "Teta Enrroscada" es algo más que sugerentes coreografías y hembras de infarto: una posada de demonios sin cuento, almas condenadas y desperados en ruta directa al abismo. Quizás no cuente con el más correcto y agradable de los servicios, tal vez su aguardiente sepa a rayos, sapos y culebras, bien pueda ser que la clientela no guarde elementales normas de urbanidad ni aprecio por la propiedad privada... ...!Que demonios!; la Teta Enrroscada siempre será uno de mis baretos favoritos y éste es su lugar merecido como pocos otros en esta bitácora fronteriza. ¿A tiempo para una rabiosa cucaracha alcohólica? Adelante, la diversión se masca a dentelladas.