Título Original: (Tiza, 2014)
Autor: Eugenio Asensio
Editorial: Playa de Ákaba
Copyright:
© Eugenio Asensio, 20124
© Playa de Ákaba, S.L., 2014
Edición: 1ª Edición: Marzo 2014
ISBN: 9788494145162
Tapa: Blanda
Etiquetas: adolescencia, violencia, literatura española, metaliteratura, monólogos, novela, suicidios, novela introspectiva, instituto, ficción contemporánea, culpa
Nº de páginas: 267
Argumento:
El protagonista de la novela, un descreído profesor de instituto, cuenta en primera persona cómo afecta a su vida y a la de su centro el hecho de que uno de sus exalumnos haya sido encarcelado, acusado de asesinato. Además de los cambios que esta situación provoca en su día a día, va desgranando nuevas costumbres, ascensos y descensos que van teniendo lugar en el mismo periodo de tiempo, componiendo un paisaje que permanece estable a pesar de su evolución, hasta mostrar la relación entre hechos aparentemente aislados y la influencia que causamos o que otros causan en nosotros, aunque no nos demos cuenta.Opinión:
¿Alguna vez te has parado a pensar en la influencia que causas en los demás? Aunque no lo estés buscando, aunque no lo sepas, aunque ni se te haya pasado por la cabeza alguna vez, tu paso por las vidas ajenas puede dejar una huella, en ocasiones determinante. Sobre ello reflexiona esta novela, aunque es fácil que el lector tampoco se dé cuenta hasta el final.
En el camino, Asensio nos pone frente a los ojos a un profesor de instituto al que conocemos a través de sus propias palabras. Y no es que se eche flores, precisamente. A través de lo que va diciendo de sí mismo y de los episodios de su vida que nos va narrando el lector va percibiendo su abulia, su falta de implicación, su día a día gris, su carencia de emociones, su apatía… el aburrimiento que reviste su vida y que es la causa de su fracaso matrimonial. Hay quien a este aburrimiento lo llama cotidianidad, hábitos, rutinas, pero aquí está descrito mostrando toda la pereza y la desidia que implica.
Ni siquiera la inestabilidad que provocan hechos importantes como el encarcelamiento de un exalumno acusado de asesinato, el abandono de su esposa o un ascenso laboral (aunque sea accidental y transitorio) rompen en demasía la displicencia de la vida del protagonista de la obra. Sí hay cambios, claro. Esos acontecimientos provocan sus olas: a lo largo de la novela vamos viendo una cierta evolución del personaje, aunque sea una evolución construida a fuerza de bandazos, de incertidumbre, no constante y hacia una meta determinada.
Tremendamente introspectiva, esta novela se construye a través del larguísimo monólogo (¿carta? ¿confesión? ¿relato?) del personaje principal, que reconstruye este periodo de su vida con la intención de comprender, de analizar y sacar conclusiones. Por eso, la acción es escasa y la reflexión, abundante. En este océano de reflexiones internas y de narraciones que buscan algo más que contar una serie de acontecimientos casi anecdóticos, brillan los no demasiados abundantes diálogos, sobre todo los que mantiene con Héctor, su exalumno encarcelado. Y, de los cuatro que se recogen en la novela, el último adquiere un valor especial. Es el que le da sentido a todo lo leído hasta el momento, el que dio pie al comienzo de la narración y el que la cierra de forma magistral.
Ese final pone ante los ojos del lector la reflexión de fondo que se ha ido planteando a lo largo de la novela, casi sin darnos cuenta: las relaciones que establecemos con nuestro entorno y el grado de influencia que determinados sucesos o personas tienen en nosotros. En este sentido, el autor elige la figura de un profesor descreído creando, así, una sinestesia, como diría el propio protagonista, una correspondencia errónea: alguien que, en principio, suele ser admirado, respetado, imitado y cuyas palabras suelen hacer mella en el corazón de sus alumnos es, en realidad, una persona que busca alejarse de sí mismo (y no elige el camino hacia la excelencia: se aleja de sí mismo hacia lo mejor y lo peor del ser humano), que tiene en muchísimas ocasiones la sensación de dar una imagen de sí mismo mejor de lo que lo que es en realidad y que no es más que un ídolo de barro que no merece ninguna adoración.
Rompe, así, con el mito del profesor como guía de vida, como inspiración, como esa persona que te ayuda a ir cimentando lo que será tu camino vital. Y no es este el único mito que destruye: acaba con el mito de la educación comprometida y plural y la llena de profesores y directivos ignorantes y aburridos, de discursos vacíos y de propuestas pedagógicas que no están basadas en la realidad de las aulas; rompe con el mito de la escuela capaz de cambiar vidas y lo sustituye por el del recinto deshumanizador en el que las influencias, de haberlas, son negativas; rompe el mito de la estabilidad matrimonial, de la dulzura de las rutinas, de la seguridad de lo inmutable.
Rompiendo mitos Asensio reflexiona sobre los seres humanos, sus imposturas y sus inevitables imperfecciones; sobre las semillas que lanzamos sin querer y fructifican y sobre las consecuencias de esos frutos.
Enlace a la reseña original.
Nos seguimos leyendo.