Y a veces son tan solo velos de gasa o seda que acarican etéreos.
A veces oyes ruidos que parecen reales y no son más que ecos.
Y a veces, aunque atronen, no percibes las ondas… los gritos nuevos, viejos.
A veces esta vida te parece una noria de idas y venidas.
Y a veces toboganes por los que caes en peso, sin asideros, suelto.
A veces hay colores tan intensos que duelen, parecen irreales.
Y a veces los matices de gris se te hacen pocos, uniformes, de cuento.
A veces las miradas no saben lo que dicen y lo dicen tan claro que el mundo se marea, los ojos pierden norte, las manos se adormecen, el alma corta el aire abriendo puertas… y solos, en silencio, flotamos esperando esa lluvia de flores que caiga con nosotros desde arriba, sin gravedad ni suelo.
A veces no sabemos que la vida es un trecho de camino de sueños.
A veces añoramos toboganes y flores.