Ya antes de la caída de Bardia, el General Wavell decidió que también debía ser tomado Tobruk, en parte porque la posesión de su puerto aliviaría en gran medida sus problemas de suministros. La falta de vehículos y la carestía de comida, agua, munición y gasolina en las zonas de vanguardia han sido un motivo de gran ansiedad entre las tropas británicas, para las cuales la campaña contra los italianos está resultando mucho más dura de lo que proclama la propaganda británica. En gran medida, el Ejército británico sobrevive a base de rapiñar todo lo que puede los recursos de la población civil local y en menor medida,gracias a los vehículos, gasolina y raciones capturadas a los italianos. Si Tobruk cayera en sus manos, los suministros necesarios podrían transportarse por mar desde las bases de Egipto evitando el tedioso trayecto a través del desierto y carreteras en mal estado.
Pero no son todo buenas noticias para los británicos. El 6 de enero, tras la caída de Bardia, Churchill había contemplado la posibilidad de concentrar el equivalente de hasta cuatro divisiones británicas en Cirenaica para avanzar hasta Benghazi durante los próximos dos o tres meses y virtualmente eliminar la presencia italiana en Libia. El día 8, sin embargo, ha comunicado a Wavell que “los Jefes de Estado Mayor han advertido a los Comandantes británicos en Oriente Medio de que podría comenzar un ataque alemán contra Grecia antes de fin de mes” y añadido que tan pronto como Tobruk sea tomado todas las operaciones el Oriente Medio van a quedar subordinadas el envío de la máxima ayuda posible a Grecia. Pese a las protestas de Wavell de que el ataque alemán no se sino un “bluff” diseñado para que Gran Bretaña detenga su ofensiva en Libia, hoy Churchill le ha vuelto a enviar una comunicación urgiéndole a Wavell a obedecer las resoluciones tomadas por él y por los Jefes de Estado Mayor y ponerse en contacto con los griegos para coordinar cuanto antes el envío de ayuda militar.
Mientras tanto, los preparativos del General O’Connor contra Tobruk han continuado. Los británicos se enfrentan a un abigarrada fuerza italiana compuesta de 25.000 hombres que incluyen la 61ª División de Infantería Sirte del General della Mura, dos batallones adicionales de infantería y 7.000 tropas de guarnición. Los italianos cuentan, además, con 220 cañones, 45 tanques ligeros y 20 medios. Toda la fuerza se encuentra al mando del General Petassi Manella, comandante del XXII Cuerpo de Ejército. Más al oeste se encuentra el XX Cuerpo de Ejército, con la 60ª División de Infantería Sabratha situada en Derna, una fuerza blindada en Mechili al mando del General Babini y la 17ª División de Infantería Pavia en Benghazi.
Dos rutas principales conducen desde Bardia a Tobruk. Tan cerca del borde del mar como lo permiten los profundos wadis costeros, discurre una carretera de bitumen hasta el propio Tobruk. Diez millas hacia el interior y sobre un escarpado que se alza 500 pies por encima del nivel del mar, se encuentra el camino que conduce desde Capuzzo hasta El Adem, un aeródromo situado 8 kilómetros al sur de las defensas de Tobruk. Durante la mañana del día 5, antes de que la batalla por Bardia hubiera terminado, el aeródromo de El Adem fue ocupado sin oposición por unidades blindades de la 7ª División Acorazada que había seguido el camino de Capuzzo hacia el oeste.
Al día siguiente, 6 de enero, los tanques británicos efectuaron un reconocimiento de las defensas de Tobruk y fueron recibidos con fuego de artillería por parte de los italianos. Las patrullas británicas capturaron también el aeródromo de Bir el Gubi y las localidades de Bir Hacheim, situadas al sudoeste de Tobruk, y Acroma, en lo alto de un escarpado que conducía hacia la carretera principal al oeste de Tobruk. La plaza de Tobruk acababa de quedar rodeada.
En cuanto terminaron las hostilidades en Bardia, la fuerza británica al completo inició de inmediato su avance al oeste. Las primeras unidades de infantería transportadas en camiones establecieron contacto con los tanques británicos el día 6 de enero por la tarde, y antes del mediodía de hoy día 7 tres batallones de infantería se han desplegado contra el lado oriental de las defensas de Tobruk, que también los han recibido con un nutrido fuego de artillería empleando proyectiles de detonación aérea.
En Tobruk, al igual que en Bardia, el duro suelo de las lomas del desierto cae hacia la costa en una serie de suaves escarpados orientados de este a oeste. La propia costa se encuentra quebrada por profundos barrancos de norte a sur de dos a cuatro millas de longitud y tan cerca los unos de los otros que la lengua de tierra entre ellos a menudo es una mera cresta. Cerca de Tobruk la carretera de Bardia, sorteando los bordes de estos wadis costeros, penetra en el área de la fortaleza a unas dos millas y medias del mar. Excepto por algunos arbustos dispersos el desierto está desnudo de vegetación, aunque cerca de la boca de algunos wadis sí que crecen algunas pocas palmeras.
Como en Bardia, las defensas italianas constan de un semicírculo de puestos subterráneos construidos en cemento detrás de estructuras de alambre de espino de cinco pies de altura. En el perímetro exterior hay una trinchera antitanque aunque no completa, tal y como han descubierto las patrullas británicas. En efecto, cuatro millas al este de la carretera de El Adem es muy poco profunda y en el lado oeste de las defensas no hay trinchera alguna, aunque un wadi profundo hace las veces de barrera antitanque. De nuevo, los puestos defensivos están organizados a dos niveles de profundidad, encontrándose cada uno de los puestos interiores entre dos puestos externos y cada puesto exterior protegido por su propia trinchera antitanque y alambrada. Los puertos exteriores se encuentran separados entre sí unas 600 u 800 yardas y la línea interior se sitúa 500 yardas por detrás. Mientras que en torno al perímetro de diecisiete millas de Bardia los italianos contaban con 80 puestos, en torno al perímetro de treinta millas de Tobruk sólo cuentan con 128. Por lo tanto, a priori, una fuerza blindada capaz de atacar desde el oeste debería poder forzar la defensa de Tobruk, con una línea defensiva más larga que la de Bardia y una guarnición menor, con mucha mayor facilidad.
Sin embargo, los británicos no pueden lanzar su ataque de inmediato. Al menos tardarán una semana hasta que puedan acumular la munición y otros pertrechos suficientes para asegurarse el éxito. El General O’Connor no está por la labor de arriesgar sus tanques ligeros contra la artillería y las minas italianas, no sea que su vital fuerza de asalto móvil, ya bastante debilitada, deje de ser operativa. Por lo tanto, la destrucción de la guarnición italiana aislada de nuevo va a tener que ser llevada a cabo por la infantería con el apoyo del mermado batallón británico de tanques pesados.
Viva il Duce!Vinceremo!