Tocando el cielo... o el infierno.

Por 7nochesymedia
RELATO CONCURSO J&B Experiential Movement.
De nuevo se encontraba apoyado sobre uno de los pilares de la estación de Chamartín, con algo de frío como era de costumbre en esas fechas, y esperando que se abrieran las puertas de su próximo viaje, esta vez a Barcelona. Se metió la mano, nervioso, en el bolsillo buscando la cajetilla de tabaco, cuando lo consiguió cogió un cigarrillo, se lo colocó entre los labios y lo encendió resguardándose con la otra mano del viento.
Así mismo se repetía que tenía que acabar con eso, pero por fin - "esta vez será la última" se repetía.
A punto de dar la última calada escuchó como se abrían las puertas del tren, tiró el cigarrillo y entró sin mucho ánimo sabiendo que le esperaban más de 3 horas de aburrimiento y en el que su mente no pararía de darle vueltas al asunto que le traía de cabeza desde que todo comenzó.
Cuando se quiso dar cuenta estaba cruzando la puerta de salida del tren, en su destino, y con la mano de nuevo buscando, de forma ansiosa, la cajetilla de tabaco. Salio a por un taxi, y le pidió al conductor que le llevara al hotel Ritz-Carlton Arts de Barcelona. Esta vez lo haría a lo grande, con lujos, nada de pensiones de mala muerte ideales para estos casos.
De nuevo, en el trayecto del taxi, más tiempo para que sus pensamientos comenzaran a apoderarse de su razón.
Bajó del taxi, pero está vez no quería perder tiempo en fumarse un cigarrillo pese a que los nervios y el ritmo del corazón se aceleraban notablemente. Entro a la recepción del hotel mientras se sacaba del bolsillo de la americana un papel arrugado y de color rosado en el que indicaba el número de reserva.
Pidió su habitación; el recepcionista le indico el nombre de la suite e informó al doctor que sus asistentes ya le habían dejado todo su equipaje a primera hora de la mañana; y allá se dirigió.
Abrió la puerta, y allí estaba lo que tanto había deseado, ni siquiera se fijo en los detalles de lujo y la amplia habitación de la que disponía. Cogió el maletín, lo abrió y disfrutó del color morado del 1millón de Euros en billetes de 500. Se dirigió al aseo.
A los pocos minutos sonó la puerta de la habitación y mientras se dirigía a abrir guardo el maletín en unos de los armarios que tenía el recibidor de la suite.
- "Buenos días, soy Laia, la chica de la Agencia". Se escuchó mientras abría la puerta.  - "Si, pasa por aquí, ponte cómoda.". Dijó él con un tono afable mientras observaba la belleza de la profesional. 
Cerró la puerta mientras observaba como la chica dejaba su bolsa sobre el sofá del pequeño salón que disponía la suite. 
Sin apenas pasado tiempo desde que cerró la puerta se dirigió a la chica, saco de su bolsillo un pañuelo que había estado preparando en el aseo, y lo apretó sobre Laia, que al cabo de unos instantes perdía la consciencia apoyada sobre Darío.
La postró sobre el suelo, fue al armario del recibidor donde se encontraba, como de costumbre, el material quirúrgico.Acercó todo al cuerpo, fue al mini bar, abrío una botella individual de champagne francés y le  inyectó el anestésico para comenzar con la extracción del órgano; ya lo tenía superado, no había nervios, ni sentimiento de culpabilidad, incluso esta vez estaba disfrutando, además este era su último trabajo y como colofón, en una suite.

Una vez acabado el trabajo médico, recogió todo el material quirúrgico, guardo su último encargo en la  bolsa especial para el transporte de órganos que se encontraba en la nevera, puso en su poder en maletín con el dinero y salió de la habitación.
Por fin todo acabado, el placer obtenido es este último trabajo le resultaba desconcertante, sería la sensación de riqueza.
Ahora sólo quedaba ir a la clínica, y cerrar el circulo con los que le pedían los órganos. El trato concluía con la operación de cirugía estética facial, y una nueva identidad en Italia. Por fin todo había terminado.
6 Meses después...
Llamaban a la puerta mientras salía de la ducha, la chica contratada se había adelantado unos minutos, algo que puso nervioso al Doctor Hector Más, la nueva identidad de Darío. Pero esta vez no había dinero de por medio sólo quería disfrutar, y hacer lo que no puedo hacer durante tantos encuentros.
- "Ciao, sonno Helena, vengo dalla agenzia". Escuchó al abrir la puerta.  - "Perfetto, per favore avanti.". Contestó el doctor.
Helena paso a la habitación y dejo sus cosas sobre el sofá mientras Darío recorría con su mano izquierda su figura y agarrándola por la cintura mientras...
Con la derecha saco del bolsillo el pañuelo impregnado en cloroformo y lo apretó contra la cara de Helena hasta que perdió el conocimiento y pudo acercarse a por su material quirúrgico y tener su sensación de tocar el cielo...

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