La película transcurre con un ritmo pausado que marca un tono muy conveniente para crear una ambientación opresiva. El director hace una magnífica utilización de las localizaciones para que en todo momento sintamos una cierta sensación de inquietud bajo la que subyace un elemento amenanzante siempre presente. El impactante rush final nos explota en la cara casi sin avisar, y es aquí donde la película suelta con virulencia toda la carga de tensión que había ido acumulando durante su metraje. Mención especial para unos efectos especiales con sabor añejo, totalmente artesanales y de la vieja escuela.
En el elenco de actores encontramos a toda una musa del cine de terror de hace unas décadas, Barbara Crampton, que siempre será recordada por Re-animator (1985). Aquí Crampton convence transmitiendo la tristeza y la resignación de una mujer que ha perdido a su hijo. Quiero destacar también a Larry Fessenden, cabeza visible del estudio Glass Eye Pix, productora especializada en películas de terror de bajo presupuesto (entre sus producciones destacan las primeras películas de Ti West). Fessenden aparece como actor en muchas de las cintas que produce, y aquí tiene un papel bastante importante y que cuenta con uno de los mejores momentos del filme. También reseñable es el trabajo de Monte Markham, veteranísimo actor de extensa carrera sobre todo en productos televisivos.
El director Ted Geoghegan debuta en el largometraje con buen pie al dotar a su ópera prima de un estilo sobrio y al utilizar mecanismos tradicionales. Aunque la película cae en algunos momentos en el efectismo de los sustos fáciles tan sobreexplotado en nuestros días, y pese a algún desacierto flagrante del guión, finalmente "Todavía estamos aquí" triunfa al decantarse por un desarrollo y, sobre todo, un desenlace con sabor a clásico del género que a buen seguro sabrán apreciar los aficionados más curtidos.
Mi nota: 7