Al borde del precipicio con las armas descargadas y humeantes, todavía quiero más. Con la cuenta financiera a punto del embargo, sigo queriendo gastar con alegre osadía. Con el estómago saciado, aún siento hambre. Con el calendario amarillento espero el nuevo día como si no supiera cómo amanece. Lo doy todo aunque no me quede nada. Quiero vivir embriagado de emoción aunque mis huesos ya no tiemblen. Sé que nunca fui de fiar, pero confío en el resto de seres humanos habituales que me rodean. Soy un amasijo de escombros cargado de deseo por permanecer. Soy un imbécil que se cree erudito. Tengo la capacidad intacta del incapaz. Busco con sed de lo que carezco. Aunque parezca mentira, todavía quiero más. La depresión no ha podido detenerme, ni la debilidad paralizarme. Estoy hecho de un fuego tranquilo en las brasas de la decepción. Y quiero seguir en este penoso deambular como quien ni sufre ni padece. Me agarro a la vida con esperpéntica desesperación. Es tan interesante vivir, que no me quiero morir nunca. Vale, os oigo reír, pero quien ríe el último ríe mejor.