Ocho de la noche
¡Booomb!
Sobresalto.
Con el ruido de la explosión y el susto
Sobreviene el apagón.
Un chubasco de proporciones bíblicas se desata con fuertes vientos.
Las hojas del níspero caen.
Como en una especie de éxodo, salimos a pedir posada.
La oscuridad es densa y el silencio atemoriza.
Ni luz de luciérnagas hay en la ciudad.
Todo es negro. Negro luto.
La gente en sus casas espera resignada el alumbrón.
Falta poco para que unos salgan de las tres horas de sombras y otros entren.
Intentar conciliar el sueño en cama ajena
Vuelta y vuelta y vuelta.
El silencio de las cuatro de la madruga habla con elocuencia.
Una especie de epifanía.
Son ya demasiados años entre tinieblas como para seguir creyendo que esto es temporal.
¡Dieciocho años!
ya no es provisional.
En el baño, donde en un tiempo salía agua al abrir la ducha, se…
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