Una noche, antes de sentarse en el sillón descuajeringado junto a la ventana que daba al patio de luces, abuelo fue hasta su maleta de refugiado a buscar la pipa, se sacó del bolsillo la bolsita de tabaco recién comprado y, por primera vez desde aquel mes de mayo de 1943, se puso a fumar. Abuela acercó el taburete, se sentó y se lo quedó mirando.
- Así que fuma usted en pipa. Nunca había visto a nadie fumar en pipa.
Y estuvieron todo el rato en silencio. Cuando abuelo terminó, ella le dijo:
- No debe gastar más dinero en las mujeres de la Casa de Citas. Ese dinero tiene usted que usarlo para comprarse tabaco y relajarse fumando su pipa. Explíqueme lo que hace con esas mujeres que yo lo haré todo igual.
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Llegados a este punto de Mal de piedras, en la página 26 de la edición de Siruela, Milena Agus se ha ganado a una nueva fan incondicional.