Laura Quevedo. Foto: Alberto Nevado / FEB.
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"Cuando llegaba del cole, mi hija era un papagayo. Me explicaba con pelos y señales cómo le había ido el día. [Risas]. Y yo deseaba con todas mis fuerzas que de grande hiciese lo mismo. Aunque tendrá algún secretito personal, Laura no ha cambiado. Siempre le hemos inculcado a ella y a su hermana que somos un equipo", confiesa Manoli Cañizares. Su voz es muy parecida a la de su hija, Laura Quevedo (Madrid, 1996). La risa es exacta. "Es un regalo que hayan sacado lo mejor de nosotros", celebra Manoli, que agradece que Laura y Yaiza tengan la fantástica orientación de Miguel, el padre. No se perdió España ante Eslovaquia, a quien remató en una segunda parte soberbia y coral (93-61). Titular por primera vez en un Eurobasket, Laura Quevedo (ocho puntos y tres asistencias) sumó muchos intangibles, sobre todo en defensa. La selección se enfrentará este lunes a Montenegro en octavos de final y su rival en cuartos sería Serbia. Manoli Cañizares disfrutó en la grada de la Fonteta con una Silvia Domínguez casi infalible, una Laura Gil omnipresente o Cristina Ouviña infinita en ataque y en defensa. Por supuesto, también se lo pasó pipa con el 30º partido como internacional de Laura Quevedo, repescada en el Eurobasket de España y Francia tras la baja por covid-19 de Alba Torrens. "Me alegro mucho por mi hija y, a la vez, me duele que Alba, una jugadora increíble, no haya podido disputar el torneo por esta maldita pandemia de la que nadie está libre", confiesa Manoli Cañizares, que sólo puede disfrutar de su hija desde lejos: "Están en una burbuja y es la medida lógica para evitar contagios. Somos muy de abrazarnos y ahora sólo podemos hacer, como digo yo, llamadas rápidas por teléfono". Los Quevedo Cañizares son espectadores habituales de los partidos de la nueva jugadora del Estudiantes, que ha jugado los dos últimos cursos en el Araski y con buena nota: "A Salamanca hemos llegado a ir entre semana, cuando disputaba la Euroliga. Su hermana Yaiza también ha viajado muchas veces. No nos importa hacer kilómetros". La próxima temporada se ahorrarán mucha gasolina: de Madrid a Coslada sólo hay 15 minutos. Con seis años, y en el colegio, empezó el amor de Laura Quevedo por el baloncesto, que siente de corazón y que le ha regalado muchas amistades que sigue conservando. "Todo lo que tiene es una recompensa a su trabajo. ¡Nunca descansa! Es muy disciplinada para el baloncesto, la comida y los estudios. ¡Laura es la sonrisa permanente! Siempre le repito que la tiene preciosa", sigue Manoli Cañizares.
La alero del Estudiantes en el España-Eslovaquia. Foto: Alberto Nevado / FEB.
Del patio pasó al CB Coslada, al Real Canoe y al Rivas Ecópolis, con el que se proclamó campeona de la Liga Femenina antes de hacer las maletas e irse a la Universidad de Miami, donde duró unos meses porque no encontró lo que esperaba ni lo prometido. Y volvió a España. "Me habría gustado que la experiencia me fuese mejor, pero hay que quedarse con lo bueno: regresé sabiendo más inglés, que es muy importante, y aprendiendo otra cultura y otro baloncesto", confesó a Cronómetro de Récords hace dos años. "A Laura le pasa como a mí", continúa Manoli Cañizares: "Tampoco le da muchas vueltas a las cosas. Si no pudieron ser, cerramos el capítulo y reunimos fuerzas para el siguiente reto". La frase de cabecera de la alero del Estudiantes es "todos los días sale el sol". Siempre el refuerzo positivo. "Nadie es más crítica con ella que ella misma", recalca la madre. Laura Quevedo acabó la temporada que empezó en Estados Unidos en el CB Bembibre de Chiqui Barros: "Siempre entrenó bien, aunque seguro que no jugó lo que pensaba. Tiempo después hablamos de esto y le confesé que, si hoy viviese la misma situación, habría disputado disputado muchos más minutos. Pero entonces hice lo que creía mejor para el grupo".
Laura Quevedo nunca se arruga. Foto: Alberto Nevado / FEB.
—¿Qué cosas le hacen sonreír a tu hija? –le pregunto a Manoli.—¡Muchísimas! Le encanta ayudar y compartir, disfrutar comiendo en casa y charlando en la sobremesa. Siente devoción por los animales y todavía más por su perrita Velvet. Aunque no tiene mucho tiempo libre, en su mesilla de noche siempre hay una novela romántica, una lectura de crecimiento personal o un libro de cocina. Tiene muy buena mano. Su mejor plato es el risotto.La alero internacional nunca ha jugado tantos minutos (35) con en el Uni Ferrol de Lino López, que la fichó para que fuera una referencia de su equipo y, entre otras cosas, por su capacidad para anotar en transición y su tiro exterior: "Su ética de trabajo fue inmejorable. Siempre se entrenó al máximo y después de una temporada tan intensa me pidió seguir ejercitándose y hacer sesiones de trabajo de técnica individual.... Laura Quevedo se integró muy bien en el club y en la ciudad y, con su esfuerzo y actitud competitiva, se ganó a la afición". Resultó una gran curso para el Uni Ferrol y Laura Quevedo, que jugaría los Juegos Olímpicos de Río.
Bea Sánchez, Patricia Cabrera, Ana Suárez, María Araújo, Carmen Fernández y Laura Quevedo en su etapa en el Uni Ferrol. Foto: Carmen Fernández.
Hasta entonces España nunca había pasado de cuartos de final en una cita olímpica. Lo logró, sobre la bocina, con la eterna canasta de Anna Cruz, acostumbrada a momentos así, ante Turquía. Una de las jugadas más recordadas de la selección. Euforia total y un golpazo. "Una compañera tenía una botella en la mano y, con la emoción, la agitó y, como no podía ser de otro modo… ¡Le dio a a Laura en la barbilla! Así que se plantó en semifinales con un moratón en la cara", desvela, divertida, Carmen Fernández. Carmen y Laura se hicieron amigas para siempre en el Uni Ferrol: "Somos torpes y despistadas, y nos encanta reírnos de ello. Tuvimos mil charlas en la parte trasera del bus a las tantas de la madrugada y los días de partido que la iba a buscar a su casa con el Hello de Adele a todo volumen".
Laura Quevedo y Carmen Fernández en el Open Day Liga Femenina 2018. Foto: Carmen Fernández.
Su siguiente destino fue el Perfumerías Avenida, donde Laura Quevedo ganó la Liga y la Copa de la Reina con poco protagonismo. "Me encantan sus ganas de aprender. Nunca olvidaré el tiempo que compartimos juntas. Me reí mucho con mi Moquito. La llamo así porque está todo el rato limpiándose los mocos", confiesa, entre risas, Erika De Souza, excompañera suya en el conjunto charro. Tras un breve paréntesis en el CB Al-Qázeres, Laura Quevedo volvió a recuperar su nivel y a tener más peso en el CD Zamarat de Fran García: "Jugar tantos minutos y seguir en la pista tras cometer errores genera confianza en la jugadora. Laura Quevedo es un ejemplo a seguir y nos recuerda que hay que seguir creyendo en los malos momentos. Pese a sus problemas de espalda, hizo un gran esfuerzo por estar en el equipo e incluso llegó a jugar infiltrada". "Inspira a las niñas. No sólo se deja la piel en ataque, también es una gran defensora y hace mucho de ese 'trabajo sucio' que no reflejan las estadísticas", interviene Carmen Fernández. "Es muy educada y una excelente jugadora. Muy trabajadora, mejora constantemente y tiene una autoconfianza enorme", resuelve Chiqui Barros.