'Todo lo que tú quieras': La mamá postiza y la mamá invisible

Publicado el 14 septiembre 2010 por La Mirada De Ulises

[6/10] El mundo del cine esperaba la vuelta de Achero Mañas, que lo hace con una carga de profundidad titulada “Todo lo que tú quieras”. Lo es por su temática atrevida y arriesgada, y también por la construcción de una historia que admite varios puntos de vista y que no deja a nadie indiferente. El conflicto surge cuando Alicia muere repentinamente tras un ataque epiléptico y deja huérfana a la pequeña Dafne. La niña tiene sólo cuatro años y echa en falta tener al lado a su madre, con lo que a Leo no le quedará otro remedio que hacerse pasar por madre y padre a la vez. La película recoge ese periodo de asimilación de la pérdida por parte de la niña, y también supone un viaje de aprendizaje de un padre un poco indeciso e intolerante. Ambos necesitan saber quiénes son, pero sobre todo necesitan construir una relación paterno-filial hasta entonces inexistente, porque Alicia era quien se ocupaba de la cría y porque Leo daba muestras de inseguridad afectiva y de falta de compromiso.

Muerta Alicia y decidido Leo a ocupar su lugar en la vida de la niña –aún a costa de poner en peligro su identidad y la consideración social–, Achero Mañas levanta el tercer vértice de la historia y pone en escena a un cómico homosexual, Alex. Éste aportará la mirada humana y la amistad frente a la intolerancia de algunos, para mostrar a Leo y al espectador la persona que se esconde tras las apariencias, y para reclamar respeto para un colectivo que se quiere presentar como una opción vital más. Por otro lado, Leo ofrecerá el punto de vista del padre capaz de anteponer la felicidad de su hija a su propio sufrimiento, de llegar hasta el extremo de perder su identidad –“necesito que me llames papá”, le dirá a la niña en la escena de mayor énfasis dramático y emotivo– o de poner en peligro su vida a manos de unos gamberros violentos. En tercer lugar, la niña nos dará el punto de vista infantil de quien no puede entender que su mamá se haya ido y la haya dejado sola, confusa ante ese padre distante que ahora quiere sustituir a su madre… para iniciar un camino psicológico de aceptación de la realidad, hasta terminar por permitir que la madre se vaya al mundo invisible y deje su espacio al papá.

Alex y Dafne serán lazarillos para un Leo adulto que comienza con titubeos afectivos y que duda en su capacidad para educar a su hija. La vida le irá enseñando –se lo dice su padre tras el funeral de Alicia– y no tendrá tiempo de plantearse cómo hacerlo: así sucede, casi imperceptible y necesariamente. Leo aprende a no sentir repugnancia ni mirar con ojos justicieros a Alex pues pronto probará su propio veneno, a no engañarse ni buscar excusas para sus aventuras sentimentales, a transformarse por dentro y no solo por fuera. Sin duda, el director lanza un cable a la causa homosexual pero más aún aboga por el respeto y tolerancia con todos, y además también muestra la necesidad de un padre y una madre para la formación de los hijos… y deja clara la dificultad para ser una cosa y la otra a un mismo tiempo. Por eso, bajo la aparente superficialidad de las pinturas y las pelucas postizas se esconde la carga profunda de una diversidad de individuos necesitados de afecto y personalidad definida, de respeto y comprensión.

La baja autoestima como padre que manifiesta Leo al inicio no queda del todo bien explicada (como otros rasgos de su carácter o comportamiento), mientras que la subtrama amorosa y la misma presencia de Marta resulta prescindible y carece de desarrollo. El tono positivo en pro de la persona se rompe, a su vez, al apuntar y disparar a los padres de Alicia y a su educación tradicional de reglas estrictas, o con ese comentario lanzado con excesiva carga ideológica en que Alex habla de los heterosexuales que se creen con el monopolio… No era necesario machacar una postura concreta con tanta fuerza, y hubiera sido mejor seguir el camino de la sutilidad y la sugerencia, también sin esos planos del comedor de la familia acomodada o del colegio de monjas.

Excelente la dirección de la niña Lucía Fernández, gran papel el que interpreta José Luis Gómez con un personaje de sentimiento hondos (intensa y desafiante es la despedida en el teatro), y esforzado –quizá demasiado– trabajo el de Juan Diego Botto para sostener toda la película y evolucionar con su personaje. Una historia esperpéntica y difícilmente creíble que, una vez aceptada la premisa imposible del padre transformer, sale a flote por la humanidad que aportan los personajes, con una madre ausente cuya sombra es alargada, y con varias postizas que tratan de llenar su hueco de manera tan noble como peligrosa… aunque al final siempre podremos cerrar los ojos y recordarla sin dramatismo.

Calificación: 6/10

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En las imágenes: Fotogramas de “Todo lo que tú quieras” – Copyright © 2010 Bellatrix Films. Distribuida en España por Wanda Visión. Todos los derechos reservados.