Todo me hace llorar. Si llueve, con la nariz pegada a la ventana, me entran ganas de llorar y cuando sale el arco-iris un cúmulo de lágrimas ya se ha adueñado de mis sonrosadas mejillas y lloro y no sé por qué. Si me compras un helado en verano o me arropas con una manta en invierno sollozo lo más silencioso que puedo porque no vas a entender por qué lloro, como yo tampoco lo entiendo. Si ríes a carcajadas me entran ganas de llorar y si lloras se me contagia tu llanto. Cariño, solo estoy intentando afrontarlo. Si me tratan mal me entran ganas de llorar y con palabras y tratos amables estallo en llanto. El amor me duele tanto que lloro y odio tanto el odio y siento tanto rencor al propio rencor que no puedo más que llorar como no puedo más que llorar si me sonríes con honestidad o me haces un regalo. Los finos dedos del Sol cuando me despiertan al amanecer hacen brotar mi llanto, como el rocío de la mañana y el despertador me molesta tanto que lloro de enfado. Si compartimos un café lloro de encanto y si se trata de una cerveza lloro encantada. Si soy consciente de mi enfermedad lloro, si la acepto lloro aliviada y si es al contrario lloro por dentro. También lloro mucho si te echo de menos. Lloro con los «te quiero». Si me dices un piropo lloraré de risa. Me quiero y lloro
No me quiero y lloro más fuerte. Salto a la comba y me harto de llorar. Te regalo un ramo de flores con aroma a lágrimas y mi sentimiento latente aflora en sus pétalos dulces. Si la margarita dice «sí» lloro como lloro si pienso que estoy loca. Si la margarita dice «no» lloro como lloro si pienso que estoy cuerda. La maldad me hace llorar pero la bondad me hace llorar mucho más. La música me hace bailar y girar y girar como la noria de mi vida, con boleto indefinido y lloro un poco más. Sola con mi llanto a solas contigo. Amigo, solo estoy tratando de afrontarlo.