He terminado el libro Una maternidad diferente. Como advierte Rosa Jové en el prólogo, no deja e absoluto indiferente.
Reconozco que yo no me identifico con algunas de las máximas de lo que se denomina como "crianza natural".
Ya he explicado en alguna ocasión mi experiencia con mis partos que, inevitablemente ha forjado una opinión en mí bastante alejada de la que se defiende en muchas de las páginas del libro. Pero leer esas experiencias de partos en casa me han estremecido y emocionado muchísimo.
Respecto al porteo, mis hijos-tonel, no me han permitido llevarlos en brazos todo el tiempo que quisiera. Los carros me han ayudado a no romperme la espalda o tener agujetas en los brazos más veces de las muchas que las he sufrido. Pero sí, no soporto llevar a mis hijos berreando en su súper-cómoda-silla. Los cojo. Así que mientras están sentaditos mirando el paisaje tranquilamente no me siento culpable y si los cojo, tampoco.
Del colecho, también he explicado en algún otro lado lo que yo llamo pseudo-colecho o ir ayudando a los niños a dormir en sus camitas. No por nada, pero siempre me ha dado pánico que cayeran de la atalaya que tenemos como cama. Pero también me siento mal porque aquneu sólo haya sido en contadas ocasiones, por fatiga y desespero, haya dejado llorar a mis hijos.
De la lactancia también reconozco que lo de dar el pecho en público, aunque me he hecho fan de los foulards, me da mucha vergüenza. Pequeña Foquita se debe haber dado cuenta porque es capaz de no perdime su ábrelo hasta que no llegamos a casa.
Ante tanto "pero" os preguntaréis, como es que me ha gustado el libro. Pues sí, me ha encantado porque hablan madres que han parido en casa, otras que han lactado de su madre adoptiva, madres que han aprendido de sus propios errores, otras que lo han tenido todo claro desde un buen principio. Por eso me ha gustado. Porque defienden su MATERNIDAD sin tapujos, vergüenza o sentimiento de culpa o inferioridad.
Hace unos días reflexionaba sobre mi propia inseguridad porque como madre quiero lo mejor para mis hijos. Al terminar este libro me ha contagiado de la contundencia de estas madres. Creo que sus posturas, que pueden parecer radicales, empujan a muchas madres a acercarse más a un mundo en el que dar un abrazo prolongado a un niño no esté mal visto ni suponga malcriarlo.
He de reconocer que si hubiera leído este libro antes, si hubiera conocido esa amplísima y maravillosa red de madres que llaman la Tribu 2.0 seguramente hubiera tenido a mi hijos en brazos igual, les hubiera dado el pecho igual pero sin esa sensación de culpa constante, sino sabiendo que muchas otras mujeres viven la maternidad de modos muy parecidos al mío.
Al menos habría aprendido de su orgullo de madre. Algo que sobresale de todas y cada una de las palabras del libro.