Todo movimiento equivale a un cambio y tránsito de la potencia al acto.
Todo lo mudable es divisible (ya que no hay mutabilidad sin movimiento, ni movimiento sin extensión, ni extensión sin división), por lo cual todo lo móvil es divisible y es un cuerpo. Pero todo lo que es indivisible no es mudable ni móvil, y, por consiguiente, no es en modo alguno un cuerpo.
En todo lo que pasa de la potencia al acto, su actuante es otro externo a él por fuerza, pues si estuviera en él y allí no hubiese obstáculo, no permanecería un solo instante en potencia, sino que estaría constantemente en acto y sería siempre idéntico a sí mismo.
Por tanto, dado que 1) todo lo mudable es móvil y corporal, y 2) en todo movimiento su actuante es otro externo a él por fuerza, se sigue que 3) la suma de lo mudable, siendo ella misma mudable, exige un actuante externo a ella, esto es, un motor inmóvil no corporal.
Puede afirmarse que la suma de lo perecedero no es perecedera, puesto que todo cambia en otra cosa mientras que el todo no puede cambiar en otro. Pero de ninguna manera puede sostenerse que la suma de lo extenso no es extensa o que la suma de lo mudable no es mudable. En efecto, que algo no pueda cambiar en otro no excluye que pueda cambiar en sí mismo, si tiene partes.