22 de Junio del 2012 | etiquetas: Escuela de Cine, Series TV
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“Everybody dies”, llamaba a su episodio final la serie House. Lo advertía, pues, el título de su último capítulo y, efectivamente, los compases finales de la serie parecían reafirmarse en una idea de clausura que va más allá del cierre de esta producción. Porque el desenlace de "House" convoca, en realidad, el ocaso de una generación de series gestadas a lo largo de la década del 2001-2011 y que han contribuido a devolver a la pequeña pantalla una cierta impronta de calidad.
No es matemático, por supuesto, pero la vida de las series se suele mover por décadas. Y, compartiendo el mismo lapso de tiempo de House, otras producciones engrandecieron las posibilidades narrativas y estéticas, sacudieron complejos y equipararon el rigor y el talento de la industria televisiva al de la cinematográfica. Ahí estuvieron Lost y Deadwood, 24 y The West Wing, The Sopranos, Friends oThe Wire. Ante el repertorio que ofrecieron estas series, se sospechó, desde la crítica televisiva más apocalíptica, que se habían colmado las posibilidades. El fin de este ciclo se justificaba por lo que caracteriza la propia serialidad: su repetición. Las fórmulas reiterativas de la industria televisiva vaticinaban un déjà-vu insubstancial para el relevo a estas producciones. Y, por fortuna, se equivocaron.
Al entierro de House han sobrevivido nuevas series nacidas al final de esta década. Prometen –y demuestran- calidad, y aúnan la repetición con la innovación. Breaking Bad, Game of Thrones, Modern Family, Boardwalk Empire, Mad Men... Sus estructuras argumentales enarbolan una complejidad inusitada hasta el momento, de gran interés narrativo y literario; y su factura visual registra la sensibilidad de una autoría hasta ahora casi siempre desterrada de la televisión. Pero, además, estas producciones agrandan su universo transmediático de manera virtuosa y, por contagio, alcanzan todo lo demás.
Todo lo demáses lo que se produce más allá de las grandes majors americanas, a gran escala o de formato minúsculo, y eso va de las producciones de nuestras cadenas estatales, a la efervescente e interesante producción de series web. Un panorama creciente y en expansión, que requiere nuevos profesionales capaces de adaptarse a este inédito guión.
De esa necesidad urgente parte, pues, el Máster en Dirección de Ficción Televisiva del IDEC-Universitat Pompeu Fabra; unos estudios de un año académico de duración, que buscan la formación y el desarrollo de profesionales en la dirección de ficción desde la práctica constante y al lado de expertos cualificados en activo. Su programa está encaminado al aprendizaje de creación de diversos productos audiovisuales a través de los proyectos y grabaciones personales de los propios participantes en el Máster. Con este empeño, se trabajará desde diferentes formatos en la producción en condiciones reales de diferentes desarrollos de series televisivas. La sistematización del trabajo de dirección, como si se tratase de un equipo profesional siempre activo y en constante tarea de producción, permitirá adquirir a sus participantes de una experiencia valiosa y absolutamente apreciable para la inserción laboral en este sector industrial. Después de House, nos queda mucho por hacer y, sin lugar a dudas, hay numerosas ideas que están esperando.