Todo tiene su tiempo

Publicado el 23 junio 2019 por Javier Ruiz Fernández @jaruiz_

Todo tiene su tiempo: este blog también. Vaya frasecitas, ¿eh? No, no se acabó lo que se daba; todavía no. Sonaba un poco a eso, ¿verdad? Por lo menos, no es mi intención, sino que, tras darle muchas vueltas, toda apunta a que los temas sobre los que me apetece escribir están cambiando. Este 2019 ha sido un año de mucho trabajo en la novela que tenía que cerrar del todo (ya lo comenté en diciembre y en abril, así que no es plan de ponerse pesado: ahora, bajo mi criterio ya puede publicarse y voy a empezarla a moverla en serio), pero también de replantearse las cosas: de pensar por qué equis temas sobre los que uno mismo tenía la necesidad de escribir mucho (y que siguen siendo importantes) ya no te incitan a juntar letras tan a menudo; de encontrar otros asuntos de los que escribir (el triste retorno de la heroína a Barcelona, el macromatadero ese que pretende cargarse casi doce millones de cerdos al año, de las sensaciones que le producen a un fan acérrimo y tardío de Vázquez Montalbán que hayan sacado a Carvalho de la tumba).

Fotografía que acompañaba una noticia de El Periódico de 2017 que trataba la vuelta de la heroína y heroinómanos al barrio del Raval y la presencia de narcopisos donde operan narcotraficantes. Foto: ©Ferran Nadeu

Yo qué sé, muchos bichejos por cojones han tenido que pasar por crisálida, y eso es lo que suele pasarme a mí por estos derroteros. Llega un día en el que desacelero por una razón y, entonces, me resisto a parar del todo y mirar alrededor, como si hubiera algo malo en eso. Pero esta vez no. Esta vez me he dicho: «qué cojones, quizá es lo que necesito, y punto». No voy a engañar a nadie tampoco: he ido a un ritmo —cosas de la vida— que tampoco permitía largas noches pulsando teclas: no es el quid de la cuestión, pero no me apetecía pasarme por aquí. Ya me sabe mal. He leído que mucha gente que escribe (si me tildo de escritor, me va a salir un sarpullido, pero bueno) y publica suele dejar otros canales aparcados (sus blogs, redes sociales, columnas de opinión, lo que sea) hasta tener finiquitado aquel proyecto al que le viene dando prioridad; no obstante y, aunque me serviría de excusa, no creo que haya sido eso. Solo es que no me apetecía, como ya he dicho, y no tenía ganas de descubrir por qué.

Ahora, en cambio, me parece evidente: hay equis temas que ya no tengo ganas de tocar aquí: de perros, hablo de vez en cuando en el blog de un negociete que me he montado con dos colegas; si tengo tiempo y ganas (y algo interesante que aportar) sobre animalillos y putadas que les hacemos en general, me siguen aguantando por El caballo de Nietzsche, ¿y qué me queda para Doblando tentáculos? Pues la literatura y sus destilados: el cine, las series de televisión, los videojuegos. Si me apuras, alguna columna de opinión en la que cagarme en la madre (pobres, las madres) que los parió a todos —a los políticos corruptos, a la gentuza que justifica, permite y perpetúa acciones como las de la Manada en sanfermines, a los cabrones de los fachas que se han hinchado a procrear estas dos últimas décadas parece, al imbécil del ciudadano medio y las grandes corporaciones, que les suda un huevo cargarse el planeta mientras puedan meterle una planta más a su mierda de chalet de siete millones de dólares en Beverly Hills, Dubái o Marbella—.

De todo eso iba esto desde el principio, de lo que a mí me diera la gana, y ahora me da la gana escribir más; luego quizá menos, pero seguiremos en la brecha: sobre todo, porque aquí me aguanto yo y me aguantáis los que me leéis, pero, en otros lares, a un tocapelotas de libro (como un servidor) no le aguanta cualquiera. En fin, pasa a la entrada siguiente, porque de esto ya he dicho todo lo que venía a decir…

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