Todos contra Biden: arranca la guerra electoral demócrata

Publicado el 24 junio 2019 por Tomarlapalabra
Joe Biden

ABC.es

Más de veinte candidatos demócratas luchan por un puesto para medirse con Trump

Faltan hoy 499 días, casi año y medio, para que los estadounidenses acudan a las urnas y decidan entre dos posibilidades: cuatro años más de Donald Trump o entregar la Casa Blanca a un demócrata. A pesar de lo mucho que queda, la campaña de las presidenciales de 2020 ya carbura a pleno rendimiento. Esta semana,Trump se regaló un mitin de arranque de campaña multitudinario –aunque en estos dos años y medio de presidencia no se ha quitado el traje electoral– y este miércoles y jueves será la puesta de largo de los demócratas, con los primeros debates televisados. Estos son los contendientes para ganar la nominación demócrata:

JOE BIDEN. El favorito. Goza del capital político de haber sido vicepresidente en las presidencias históricas de Barack Obama y lidera las encuestas con solvencia. Propone un mensaje centrista, capaz de atraer a votantes independientes y a republicanos moderados, muy diferente del giro izquierdista que vive el partido desde 2016. Tendrá más apoyos financieros y del ‘establishment’ demócrata que nadie, pero su caso es muy diferente al de Hillary Clinton en las anteriores elecciones, donde era la candidata irremediable. Biden será el objetivo de todos los ataques –y todos desde el flanco izquierdo– y habrá que ver si eso no deteriora su propuesta moderada. En las últimas semanas, ha tenido que cambiar su posición sobre la financiación federal del aborto –durante décadas ha estado en contra– y le han llovido críticas por decir que en los setenta había «cierta civilidad» en el trato con senadores que apoyaban la segregación de la población negra. Esa será la tónica de su candidatura.

BERNIE SANDERS. El socialista. El senador independiente por Vermont se perfila como el principal adversario de Biden, el que tiene más posibilidades de aglutinar la vertiente más izquierdista del partido y provocar una revolución populista en los demócratas similar a la que Trump consiguió con los republicanos. Estuvo cerca de dar el campanazo en 2016 frente a Hillary y ahora lo intentará de nuevo. Lo tendrá, sin embargo, más complicado. Hace cuatro años, él era el único candidato para capitalizar el descontento social desde la izquierda. Ahora, sigue sin el apoyo del ‘establishment’ del partido y son varios los candidatos que presentan programas similares al suyo y con los que tendrá que pelear por captar la atención. Su edad -tendrá 79 años cuando se elija al presidente en noviembre del año que viene- podría ser un inconveniente, aunque es un problema que comparte con Biden (tendrá 78).

ELIZABETH WARREN. La pragmática. Nadie daba muchas posibilidades a la senadora de Massachusetts, una de las primeras candidatas en confirmar sus aspiraciones presidenciales. Es una de las legisladores izquierdistas más conocidas y ocupa un espectro político similar al de Bernie Sanders: era difícil pensar que podría imponerse frente al político de izquierdas más popular de EE.UU. Warren, sin embargo, ha hecho hasta ahora quizá la mejor campaña de todos los candidatos, centrada en propuestas de programa socioeconómico –sanidad universal, universidad pública gratuita, plan de infraestructuras, presión fiscal a los más ricos–, con una actividad frenética por todo el país y desprovista del mayor inconveniente de Sanders: la etiqueta de ‘socialista’.

KAMALA HARRIS. La promesa. Las primarias demócratas son más diversas que nunca –varias mujeres entre las favoritas, candidatos hispanos y afroamericanos–, pero Kamala Harris engloba la diversidad en una persona: es mujer y birracial, de padre jamaicano y madre india. Es una de las grandes promesas del partido, recién llegada al Senado en la oleada de representantes femeninas demócratas que trajeron las legislativas del año pasado. Su escasa experiencia política le da la posibilidad de ser una candidata transversal, aunque ha abrazado el nuevo credo izquierdista demócrata –medio ambiente, reparaciones a los descendientes de esclavos, legalización de la marihuana–. Muchos ven a esta antigua fiscal general implacable de California como una de las rivales más incómodas para Trump si consigue imponerse en las primarias.

PETE BUTTIGIEG. El diseño. Es la irrupción más sorprendente de este ciclo electoral. Resultaría imposible pensar que el alcalde de South Bend, una ciudad de cien mil habitantes de Indiana, desconocida para muchos incluso en EE.UU., podría aspirar a la Casa Blanca. Pero Buttigieg parece un candidato sacado del laboratorio para el momento político que vive el país: muy joven (37 años), gay, educado en Harvard, distinguido con la prestigiosa beca Rhodes, con experiencia militar en Afganistán y el aire optimista y unificador de JFK u Obama. Apenas ha presentado ideas o programa, algo que, de momento, es una ventaja.

BETO O’ ROURKE. La cara amable.Subió al estrellato de la política estadounidense en las legislativas del año pasado, cuando le disputó el puesto de senador por Texas al republicano Ted Cruz, peso pesado del conservadurismo. Estuvo a punto de ganar en un estado de fuerte implantación republicana y su mensaje renovador caló más allá de Texas. Es difícil que su buena imagen y su mensaje renovador sean suficientes para tener aspiraciones a ganar las primarias.

JULIÁN CASTRO. El hispano. La candidatura de Julián Castro está basada en la esperanza de que, alguna vez, el voto hispano sea decisivo. El exalcalde de San Antonio e integrante del Gobierno de Obama es el único hispano candidato pero sus opciones –a pesar de que asuntos como la inmigración o la relación con México dominan buena parte del discurso político– son mínimas.

CORY BOOKER. El sucesor. Como uno de los candidatos afroamericanos, el senador por New Jersey busca convertirse en el sucesor de Obama, pero el EE.UU. de hoy es muy diferente al de 2008. Frente a la moderación y el mensaje optimista de Obama, Booker ha seguido la corriente izquierdista y de política identitaria que domina al partido.

EL RESTO. De todos los colores. Entre el resto de las dos docenas de aspirantes a enfrentarse contra Donald Trump, hay una gran variedad de perfiles. Se encuentran senadores con cierto prestigio pero pocas opciones –Michael Bennet, Kirsten Gillibrand y Amy Klobuchar–, gobernadores como Jay Inslee (Washington), John Hickenlooper (Colorado) o Steve Bullock (Montana), diputados de la Cámara de Representantes y hasta el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, que trata de levantar su futuro político tras un gobierno mediocre en la Gran Manzana (sin conseguirlo, es el único candidato demócrata que pierde en las encuestas frente a Trump). También hay candidatos que vienen de fuera del mundo político, como el emprendedor Andrew Young –cuyas propuestas han tenido cierta popularidad– y la autora Marianne Williamson, que es popular por escribir libros de autoayuda. Las posibilidades para todos ellos son mínimas, pero las primarias, como demostró Donald Trump en las primarias del año 2016, son una puerta abierta a las sorpresas.