Pero el caso es que la gran mayoría de los mitos que se oyen son verdad, o tienen una parte que no se puede negar, por estadística.
De entre ellos, que viajas como un condenado. Sí, es verdad, y creo que da igual al país al que te vayas, el caso es que tus ansias de viajero se curan con creces cuando te vas de erasmus. Es cierto que tienes que contar con dinero, pero si te lo montas bien, puedes conseguir conocer sitios espectaculares sin que por ello te salga por un ojo de la cara.
En mi caso, estuve en Inglaterra, y gracias a las asociaciones de estudiantes que organizan miles de actividades, pudimos conocer Cambridge, Oxford, New Castle, Liverpool, etc. Además, también existe la posibilidad de organizarte con tus amigos para hacer excursiones de todo tipo y para todos los gustos: playa, naturaleza, pueblos, festivales, etc. Es cuestión de animarse.
Peak District (Sheffield)
Otro gran cliché es que de erasmus te conviertes en un relaciones públicas. A no ser que seas un completo antisocial, es prácticamente imposible no conocer gente de todas partes del mundo y encontrar personas con las que congenies. Por supuesto, una de las principales motivaciones para ir a un país extranjero es practicar el idioma... y una lengua solo se practica usándola. 🙆Además, no solo podrás hacer grandes amistades (a veces incluso mejores que las que tenías en casa), también será una gran oportunidad para desmontar prejuicios y estereotipos, tanto propios como ajenos... y para comprobar que otros tantos son verdad, todo hay que decirlo ;)
Fiestas y ligoteo, también un clásico. Hay que admitirlo, parece que irse de erasmus sin haber tenido un rollito interracial se ha convertido prácticamente en una presión social (y no exagero). Hay quien incluso lo tiene como razón número 1 para coger el avión, y lo mismo pasa con las fiestas (y esta gente sí que exagera). Por supuestísimo, no voy a negar que las fiestas y la diversión complementan la experiencia de disfrutar y pasárselo en grande -aunque no lo son absolutamente todo, claro-. Qué os puedo decir, no me arrepiento de esos chupitos y de esas noches de alegría que, por cierto, en países como Inglaterra acababan como muy tarde a eso de las 2. Bah, todo es cuestión de acostumbrarse.
Dejando al margen esos clichés más "jocosos", lo cierto es que existe una ley universal que cambia a las personas que se van de erasmus... para siempre (música dramática). Sin lugar a dudas, recomiendo que, si te estás planteando irte, no lo dudes más. Después de pasar ese trance latoso del acuerdo de estudios, de esos primeros días de cierta desorientación y nerviosismo y de esas lagrimillas en el aeropuerto al despedirte de tu familia, lo que te espera superará con creces todas tus expectativas.
De hecho, todos estos mitos verdaderos de los que he hablado son solo la superficie de todas las posibilidades que se te ofrecerán y de todo lo que aprenderás: nuevas universidades y formas de enseñar, gestionar tu tiempo (porque SÍ QUE TIENES QUE ESTUDIAR Y TRABAJAR, aunque sea algo), superar tus inseguridades, mejorar tu nivel de idioma y tus capacidades comunicativas, y un interminable etcétera.
Ten por seguro que el erasmus es algo que jamás se olvida.
Por ello, dos años después te entrará una cierta melancolía al recordar con cariño todos esos lugares, personas y momentos que te marcaron al pensar que, como yo, hayas tenido hasta la oportunidad de ver a la Queen de Inglaterra en vivo y en directo. 😉 ¿Que no me crees? Mira, mira:
Y tú, ¿has pensado en irte de erasmus?
Si ya has vivido esta experiencia, ¿qué te ha parecido? ¿Dónde, cuándo, cómo?