Todas las religiones, desafortunadamente, todas, han pasado o están pasando por la fase talibán. Y no solo pienso en las persecuciones dogmáticas de la inquisición. Hubo quien murió, o pudo haber muerto, en la hoguera por negar o solo dudar de algunas "verdades" absurdas e incomprensibles para mí hoy en día. O por invalidar desde el conocimiento científico alguno de esos absurdos dogmas.
También hubo inquisición protestante en muchos países nórdicos y del nuevo mundo. Y nunca faltarán las persecuciones de brujas, en Salem y en todo el orbe. La mujer, incomprensible para el varón inseguro, por la atracción incontrolable que sobre él ejerce, ha sido objeto de especial fijación en la mente talibán.
Cuando pienso que mi ideología no necesita de revisión y contraste con quien disiente soy un poco talibán.
Cuando mi mente es solo un depósito de consignas fijadas por el grupo ideológico con que me identifico y no acepto otra visión que no contemple el respeto a esas consignas ideológicas inamovibles, que para mí son dogmas, soy un poco talibán.
Cuando mi GPS ideológico me ha situado en el oeste o izquierda, o en el este o derecha, y solo reconozco esa posición como único norte, y no acepto corrección alguna de mi posición, ni acepto bondad alguna en un partido que no sea el mío, soy un poco talibán.
Cuando un partido no reconoce el menor valor en sus rivales de lucha por el poder, es un poco talibán.
Aunque no matemos a quien no acepte nuestro dogma... Aunque solo descalifiquemos sin argumentos ni razonamientos, y solo por ello menospreciemos, estamos siendo un poco talibán.
Francisco Garrudo