Se acerca la navidad y a la comisión asignada para establecer comunicación con ellos se le acaban las ideas. Decidieron llevar los aliens al partido de los Broncos, al Museo de Arte de Denver y a los centros comerciales ¡con la esperanza que reaccionarían a algo! Y lo hicieron, pero de una forma que nadie esperaba. Ahora Meg, la comisión y un director de coro sobreexigido se verán envueltos en un enredo intergaláctico que involucra villancicos, velas con esencia, niñas de séptimo grado, Alvin y las Ardillas, la tía Judith, Victoria’s Secret y el Mesías de Handel.
La varias veces ganadora de los premios Nébula y Hugo, Connie Willis, famosa por El libro del día del juicio Final, Por no mencionar el perro, Infiltrado y otras historias más, es una gran fan de las festividades y su falta de sentido. Y ahora nos deleita con esta graciosa obra.
Portada fanmade para esta traducción, firmada como Cowinsaint
"Todos sentados en el suelo" (All Seated On The Ground) se publicó originalmente en el número de diciembre de 2007 de la revista Asimov's Science Fiction, y posteriormente como libro en la editorial Subterranean Press. Otorgó a Connie Willis el Premio Hugo a la mejor novela corta en 2008, el décimo para la autora más laureada de la Ciencia-Ficción (once Hugos, siete Nebula y cuatro Locus, entre otros).
Hasta donde he podido averiguar, no se ha publicado en castellano, sino que el libro electrónico que circula por Internet se maquetó a partir de una traducción de Luis Getino, notable por cierto, del original que estuvo disponible en libre acceso durante bastante tiempo en la página de la Asimov's.
"Todos sentados en el suelo" es una obra menor de Connie Willis, si la comparamos con "El libro del Día del Juicio Final", "Apagón" o "Infiltrado", pero es, como vamos a ver, una historia divertidísima, surrealista, repleta de humor y crítica social y, por encima de todo, una idea ocurrente y muy original.
Para hacerse una idea, la mejor manera es considerar que Connie Willis es aquí a la Ciencia-Ficción lo que Terry Pratchett fue a la Fantasía, y parodia las historias sobre visitas alienígenas a la Tierra, como "Independence Day", "Ultimátum a la Tierra", "E.T." o "Encuentros en la tercera fase", todas ellas citadas en el texto. En este caso, los extraterrestres no aterrizan en Washington, como mandan los cánones, sino en la más tranquila y pequeña Denver. Y no intentan contactar con los líderes humanos, ni abducen a nadie, ni dan un ultimátum, ni destruyen monumentos ni sedes de gobierno. Sencillamente se quedan en pie, en silencio, durante meses, mirando a todo y a todos con evidente gesto de desagrado y desaprobación.
La protagonista, una periodista llamada Meg Yates, narra en primera persona el periplo por el que pasa la humanidad, representada por una nutrida comisión (que incluye, entre otros, a lingüistas, antropólogos, un psicólogo animal, un experto en olores y un fanático religioso) para lograr comunicarse con los Altairi (pues así son nombrados los extraterrestres, en la errónea creencia de que procedan de la estrella Altair) y comprender sus intenciones. La comisión fracasa una y otra vez en su propósito, por más que lleven a los Altairi a museos, conciertos, un partido de los Denver Broncos, edificios cívicos y finalmente un centro comercial.
Aquí entra en juego la idea central de la novela. Al igual que en "Encuentros en la tercera fase" o en la comedia "Jumpin' Jack Flash" (también citada), la música será la llave para la comunicación, pero en este caso serán nada menos que los villancicos, pues la acción transcurre durante la Navidad. Con el villancico "While Shepherds Watched Their Flocks By Night", llegado el segundo verso "all seated on the ground" (Todos sentados en el suelo), los Altairi se sientan, todos al unísono.
A partir de ese momento, Meg y el Sr. Ledbetter, un sufrido director de coros saturado de trabajo por las fechas navideñas, se lanzan a una carrera para intentar descifrar qué elemento que contengan los villancicos provoca esta primera e inesperada reacción de los Altairi.
Esto permitirá a Connie Willis introducir montones de referencias culturales contemporáneas (o no tanto, pero sí recientes), dada la cantidad de artistas que grabaron y graban canciones navideñas: Johnny Cash, Britney Spears, Barenaked Ladies, Mariah Carey, Bing Crosby, Julie Andrews, John Lennon, las Andrew Sisters... resulta divertido cómo Meg y el Sr. Ledbetter se dan cuenta, como nos damos cuenta nosotros cuando escuchamos con atención las aparentemente candorosas letras de los villancicos, de que la mayoría tienen expresiones violentas y referencias a sucesos crueles y truculentos, lo que les hace saltar la alarma ante la posible actuación de los Altairi al escucharlas.
La novela en su conjunto destila una ironía muy fina y una crítica no demasiado velada a los convencionalismos sociales y a las festividades, con sus tradiciones ilógicas y sus sinsentidos. Connie Willis aporta su experiencia personal, como integrante y acompañante de coros durante años. De hecho, el coro de niñas que dirige el Sr. Ledbetter es un hilarante generador de caos, con todas las niñas más preocupadas de emparejar a su director y a la periodista, y de otras cuestiones frívolas propias de su edad, que de su actuación o de los extraterrestres. Pero no están solas en el desternillante desorden que refleja "Todos sentados en el suelo", en el que no quedan a salvo de la crítica ni los fanáticos religiosos (como el histriónico Reverendo Thresher), ni el mundillo académico, ni las administraciones públicas, ni los políticos, ni la etiqueta social, ni las costumbres que perpetuamos sin cuestionarnos su utilidad, ni la tía Judith, la aprensiva y encorsetada tía de Meg a la que tanto le recuerdan los Altairi.
"Todos sentados en el suelo" es una novela breve, para leer en un par de horas, y un lectura amena, rápida y muy divertida. trufada de referencias culturales sencillas de reconocer para el gran público (con la salvedad, tal vez, de villancicos anglosajones desconocidos para los hispanohablantes). Connie Willis da a Meg una ironía y una agilidad mental que la convierten en una protagonista y narradora perfecta para la historia, con su visión suspicaz ante la surrealista sucesión de acontecimientos que presencia y en los que participa.
Es, en resumen, una novela amable, con toques costumbristas, ligera pero cargada de intencionalidad, perfecta para esta Navidad, con la que Connie Willis demuestra su talento narrativo y su inacabable sentido del humor, que garantiza risas y diversión, desmitificando y tomándose a broma las historias de invasiones extraterrestres y parodiando las temidas dificultades de comunicación entre especies que tanto juego han dado a la Ciencia-Ficción.