En el año 2003, un grupo de autores publicamos el libro "Coaching directivo: desarrollando el liderazgo" (Ariel). Aquella fue la primera obra sobre coaching realizada por especialistas españoles, ya que hasta la fecha las publicaciones existentes eran traducciones del inglés.
En total la obra estaba compuesta por ocho capítulos y en ella participamos: Mariano Vilallonga, Pilar Gómez-Acebo, María García, Marta Williams, Koldo Lasala, José Manuel Casado, Pablo Cardona, Miguel Ángel Alonso y un serivor. El prólogo corrió a cargo de Javier Fernández Aguado.
Por mi parte escribí el Capítulo 1 que llevaba por título: "Raíces históricas del coaching: Sócrates, Platón y Aristóteles" (dejo más adelante el texto). Allí como recogía en la introducción: "El concepto de coaching, al igual que otros muchos términos empleados actualmente en el mundo del management, no es algo reciente, sino que cuenta con una larga historia. Tal vez sea algo relativamente novedoso en la forma, pero en el fondo, encuentra sus raíces más profundas en la civilización griega, en el Derecho y la Filosofía política romana, en la Edad Media de santo Tomás de Aquino... y así sucesivamente a través de las distintas etapas de la historia del pensamiento".
Recuerdo perfectamente como en 2003 eran muy pocos los que sabían qué era eso del coaching y muchos especialistas de RRHH preguntaban sobre ello. Han pasado siete años desde entonces, y se puede afirmar que hemos pasado de un extremo al otro. Si por entonces poca gente tenía conocimientos de coaching hoy día parece que todo el mundo es coach.
Han aparecido numerosos títulos, cursos, másters, seminarios, in company,... y todo lo que se nos ocurra. Es la consecuencia lógica al desarrollo de cualquier sector, práctica o metodología. Sin embargo, como todo negocio de moda, lo bueno no abunda y es escaso, ya que si lo bueno abundase ya no sería bueno, sería normal.
¿Cuáles han sido las causas de ese desarrollo del coaching?
Fundamentalmente a dos motivos:
- Rentabilidad: la hora de coaching es de las más caras. La explicación es sencilla. Es un one-to-one. Como cuando uno acude a una academia de inglés. Está el precio normal de grupo y luego tener un profesor dedicado exclusivamente a ti. Además, cuando un directivo decide realizar coaching no es para perder tiempo y hablar de temas banales. Muchas veces el proceso de coaching es complicado y hay que romper con prejuicios, con hábitos, cambiar de perspectiva, enfrentarse a prepotencias y cinismos, etc.
- Profesión bonita: dedicarse al coaching es gratificante y además tiene glamour. Es gratificante porque es crear espacios de reflexión que ayuden a comprender la realidad y, a partir de entonces saber qué se puede cambiar y qué no, y adoptar los pasos para ello. De modo resumido, el coaching ayuda a ser más feliz, a que cada uno llegue a ser lo que puede ser. Por otro lado, la vanidad humana existe y queda bien eso de decir: "Soy coach".
Hoy sólo quiero apuntar algunas breves ideas:
1. Las ventajas de un coach: Mariano Vilallonga, haciendo referencia a Fernández Aguado, apunta en el libro: "Quien encuentra un buen coach, comprensivo y exigente, retador y paciente, con amplitud de miras y concreto... ha encontrado lo más importante para lograr el despliegue de sus potencialidades". Así es, igual que un buen jefe vale oro, un buen coach es agua bendita.
2. La dificultad de encontrar un buen coach: es algo muy complejo. Se necesita amplitud de miras, experiencia práctica y amplios conocimientos del ser humano. Psicología, antropología, sociología, filosofía... son disciplinas que debe conocer un coach preparado. No abundan. Son rara avis.
3. No basta saber de personas: El desempeño depende de tres variables: saber, querer y poder. Habitualmente este último aspecto se olvida. Si uno desconoce cómo funciona una organización, sus luchas de poder, sus restricciones presupuestarias, los intereses de los diferentes stakeholders... es imposible hacer un acompañamiento válido. La psicología es importante pero también conocer el mundo de la empresa. El eslogan "si quieres, puedes" no es cierto. Hay limitaciones.
4. Personas: el coaching es simplemente una herramienta y el éxito está en cómo se utilice. Quien haga buen uso, conseguira resultados; quien no, nada. Es como lo del cuchillo que sirve para cortar jamón (de pata negra) o como arma blanca. A veces, como decía la periodista del Financial Times, Lucy Kellaway, el coaching hace más daño que beneficio.
5. Artesanía: no existe el coaching estandarizado. Cada persona requiere un traje a medida y quien busque recetas se equivoca. Quien intente ser coach con el manual en la mano se estrella.
6. Prepotencia: es quizás el mayor pecado que puede cometer un coach, creerse que tiene respuestas para todo y todos. El coach no dice el camino a seguir, simplemente estimula, orienta, impulsa y ejerce de facilitador, para que cada persona encuentre su propio camino.
Para algunas ideas más dejo el artículo "Ponga un coach en su vida" publicado en la revista Executive Excellence y también el Capítulo 1 del libro "Coaching directivo: desarrollando el liderazgo" con el título: "Raíces históricas del coaching: Sócrates, Platón y Aristóteles".