Todos éramos testigos del terror que experimentaba una indefensa mujer sola en mitad de una calle rodeada de hombres de largas barbas que, tras encontrarla culpable de algún terrible crimen, se disponían a ejecutar su sentencia.
Lo dramático de la situación es que todo se produce en medio de la impunidad de la vida cotidiana, en una ciudad cuyos habitantes apenas se detienen y miran de reojo el espectáculo. Se repite una historia mil veces descrita y en la que si cambiáramos los uniformes nos podría trasladar a la Alemania nazi o a cualquier régimen totalitario de los muchos que la humanidad ha conocido.
Pero lo terrible de esta escena es que nosotros somos partícipes de ella, con la revolución de las comunicaciones la muerte de esa mujer entra en nuestras vidas directamente y si la ignorancia ha sido un argumento utilizado para justificar la actitud de pueblos como el alemán en los años más oscuros de su historia, nosotros no podemos utilizarlo hoy en día.
Cabe preguntarse hasta qué punto es un arma más poderosa un smartphone utilizado de forma tan cruel que la pistola que ejecuta el crimen, hasta qué punto somos responsables del nivel de barbarie que las gentes del estado islámico están alcanzando. No podéis ver el vídeo porque por respeto a esa mujer, que podría ser nuestra madre, hija o hermana, YouTube, con buen criterio, ha limitado su emisión.
Dejemos de ser ese ciudadano que mira la escena de reojo y exijamos a nuestros gobiernos que se impliquen y aunque sea difícil tomar una decisión utilicen todos los recursos y dejen a un lado las políticas internacionales serviles e hipócritas que mantienen con los ricos países árabes para obligarles a acabar con esto.
Fuente imágenes: anónima y viral