Todos Somos Putas

Publicado el 16 octubre 2014 por Galicamilo Camilo Galindo Castelblanco @GaliCamilo
¿Porqué durante siglos se ha hablado mal de las putas?. Ellas sólo venden su cuerpo por una hora, en cambio, el trabajador "honesto" vende tanto su cuerpo, como su mente, y de ser posible, su alma, por ocho horas al día, y nadie dice nada malo sobre él.
Antes que nada, entendamos por "puta" a una persona que se vende a sí misma a cambio de dinero (es decir, existe una transacción), y nos olvidamos de otras acepciones de la palabra "puta", como aquella persona que se acuesta con todo el mundo a cambio de nada (es decir, lo hace por amor al arte del sexo).
No faltará aquel que piense que se pretende dignificar el trabajo de la prostitución, pero se equivoca; se intenta denigrar lo que llaman "trabajos honestos" por la razón principal de que en estos la persona también se vende de cuerpo y mente.
A diario se ve que grupos feministas critican este tipo de actividades, o inclusive otras, como las de modelaje  y otras profesiones donde las mujeres "muestren su cuerpo", y afirman que esto es denigrante para la mujer, porque se la trata como si fuera un producto, una mercancía, un trozo de carne que se exhibe para comprarla, y por supuesto, tienen algo de razón. Sin embargo, esta idea da a entender, que deben existir otros modos "dignos" en que tanto mujeres como hombres pueden venderse a sí mismos, ¿No?
Si analizamos crítica y objetivamente, la prostitución y cualquier otra profesión no son muy diferentes entre sí. ¿Qué hace un obrero sino vender su cuerpo y su fuerza? ¿Qué hace un ingeniero sino vender su mente e inteligencia? ¿Qué hace un hombre cuando acepta un trabajo que va en contra de sus principios sino vender su alma? Es decir, se habla mal de las prostitución, no realmente porque vendan sus cuerpos y se les trate como mercancía, sino porque la venta de este cuerpo tiene connotaciones sexuales. Y este rechazo al sexo, tiene su origen -como cualquier otra depravación en: la idea de que "el sexo es malo", impulsado por las religiones patriarcales como el islam, el cristianismo y judaísmo; En fin, cuando se critica la prostitución se intenta hacer ver, ¡falsamente!, que el pecado está en la venta de uno mismo, pero el pecado no es la venta, sino el sexo (según algunas religiones o creencias de mucha antigüedad).

En nuestras sociedades, desde siempre lamentablemente,  todos los seres humanos somos tratados como mercancía, todos tenemos un precio, que se representa en nuestros sueldos. Cierto, quizás otros trabajadores tienen un mejor ambiente de trabajo que una prostituta, así como también es cierto que una prostituta puede ganar en una semana lo que gana un obrero en un mes, pero eso no es lo relevante. Lo que importa es. ¿Eres una mercancía? ¿Acaso no te vendes cada vez que sales en la mañana a trabajar?
Pero debemos pensar con equilibrio, si bien es cierto que  en la sociedad actual todos de una u otra forma somos tratados como mercancía por el sistema (incluso si somos empresarios o funcionarios con un alto cargo en el gobierno); No debemos satanizar el trabajo por esta razón.
El trabajo dignifica al hombre, pues quien logra trabajar en lo que le apasiona es un ser afortunado, aun si es tratado como mercancía; pero aun si el hombre trabaja en algo que no le despierta vocación y pasión, pero lo hace por cuidar de un ser querido o un buen fin este hombre no tiene nada de indigno (esto incluye a quienes trabajan en el oficio de la prostitución).
El trabajo solo se vuelve indigno cuando este no tiene el fin de ofrecer un servicio a la sociedad, sino que al contrario este se hace una herramienta para estafar y hacer toda de clase de mal, estos son los únicos trabajos indignos, los de quienes venden su dignidad e integridad por estafar y delinquir; Los demás trabajos aun sean algo duros en cuanto a degradación, no son indignos.
Algo que si es indigno como el trabajar sin dignidad e integridad es: el no trabajar, esperar que un gobierno, un familiar, o la sociedad misma se haga cargo de nuestras necesidades y responsabilidades, quien se acostumbra a ser un vago, a no trabajar, es la persona verdaderamente indigna en todo sentido.   
Colaboración de:http://socialdemencia.blogspot.com/2011/07/todos-somos-putas.html