Entre las páginas de algunos libros permanecen canciones encerradas. Al principio sus sonidos se suceden al abrirlo. Con el paso del tiempo, los acordes suenan solos al recordar la historia. ‘Tokio blues’ y ‘Norwegian Wood’ de The Beatles están encadenados para siempre por antojo de Murakami.
La primera impresión que aflora tras coger el volumen y haber leído su sinopsis es que el libro trata sobre amores adolescentes. Nada más lejano de la realidad. El japonés Haruki Murakami, autor de la exitosa saga 1Q84, vierte en este libro altas dosis de realidad que son parte inevitable de su biografía.
Toru Watanabe, alter ego del escritor que por primera vez y última hasta ahora se atreve a dejar el tranquilo mundo de lo sobrenatural y lo imaginario, es un ejecutivo que roza la cuarentena y viaja en un avión cuando escucha Norwegian wood. Esta canción es la luciérnaga que alumbra todo el libro. De ella parte la historia que Murakami se presta a contarnos, escrita allá por el año 1987. Un relato extendido de avances y desavenencias transportado al Tokio de los años sesenta y a un Toru Watanabe que comienza su etapa universitaria y su despertar sexual y vital. Esta transformación del protagonista y su experimentación en la vida conformará el tema principal de la obra del que se ramifican constantemente muchos otros. Junto a Watanabe caminan otros personajes como la novia de Kizuki, Naoko, que sufre desarreglos mentales a causa del suicidio de este último; Nagasawa, un compañero de residencia culto a la vez que mujeriego; Midori, una compañera de clase resuelta y atrevida; o Reiko, la compañera de Naoko en el sanatorio en el que ingresa.
Desde el inicio hasta el final, el sino melómano del autor rezumba una atmosfera de calidez, verosimilitud y coherencia. Cuando se avanza en la lectura de ‘Tokio Blues’, el lector se da cuenta de que las intertextualidades están muy lejos de terminar con el cuarteto británico. Los libros que pasan por las manos del protagonista son obras de cabecera para Murakami, que aprovecha su amor por la cultura occidental en este libro.
La obra está llena de sentidos y connotaciones. Con un ritmo prudente, que no aboga por ser un best seller, y una historia sencilla, pero llena de altibajos y complejidades, el autor ha hecho llegar la cultura de Japón al público de todo el mundo. Aunque muchos se empeñen en proclamar a Kyoichi Katayama como otra voz válida de las letras japonesas sobra leer Un grito de amor desde el centro del mundo para demostrarnos que estamos ante una obra encarnizadamente simple y volátil. Katayama no nos cuenta al oído una historia que permanecerá intacta en nuestra memoria pasado el tiempo.
Murakami consigue esto último casi sin quererlo. El gran acierto de Haruki es su saber estar dentro del libro, el libre albedrío de los personajes y una sensibilidad casi rigurosa hacia el pensamiento humano. La conjugación de estos tres elementos, ya tenemos un triángulo, dejan vía libre a los muchos temas secundarios y latentes del libro. La soledad. El amor no correspondido. Las falsas esperanzas. La autorrealización. La incomprensión. La fuerza de voluntad. La fragilidad.
Sin embargo, pese al gran abanico de temas secundarios que se encuentran en el libro también hay temas principales. Si bien quizás sería algo simplista denominarlos temas principales y ubicarlos en compartimentos estanco. Lo más correcto, en cambio, sería darle el status de experiencias. Volvemos al denominado triángulo: amor, sexo y muerte. Murakami se sirve de este trío de ases para formular una historia sencilla que brilla con luz propia. El autor no se deja engatusar por los recursos manidos de la obra fácil, ni tampoco por la intriga y el enganche de una gran historia de amor. Se podría decir lo contrario. Y, sin embargo, le sale bien.
‘Tokio blues’ es una historia que roza el corazón y lo desgarra. Pero también tiene momentos simpáticos y desenfadados. En particular es muy cómico el retrato de su compañero en la residencia de estudiantes al que termina apodando Tropa-de-asalto.
Pero para descifrar los triángulos que quedan ocultos en el resto del libro nada mejor que cogerlo y disfrutarlo. Como dice el refrán “Dos son compañía y tres son multitud”. Los triángulos no dejan de sucederse. Para los más perezosos con las letras tienen otra oportunidad. El año pasado se estrenó la esperada versión cinematográfica que lleva el mismo nombre y cuenta con una banda sonora de lujo.